Inuka, el oso polar, nació el 26 de diciembre de 1990 y era una de las principales atracciones del zoológico de Singapur. Vivió 27 años, equivalentes a 70 años humanos. Fue el primero de su especie nacido en un país tropical y por absurdo que parezca hoy en día, fue motivo de orgullo para el zoo.
En los 90 no estaba tan claro cuán triste podía ser la vida de un oso polar que nunca conociera no solo la libertad, sino tampoco el frío. O sí lo estaba, pero a nadie pareció importarle con tal de tener una gran atracción en el parque.
Su hábitat natural debió haber sido el polar, pero nació en Singapur, un país donde la temperatura llega a ser de 31°C.
A pesar de vivir todo su cautiverio en un espacio con temperatura controlada, el clima representó un problema para su bienestar toda su vida, aunque la causa de la muerte de Inuka fue diferente. Los especialistas concluyeron que su estado de salud se deterioraba rápidamente, eso agregado a una severa artritis provocada por su edad. Finalmente, fue sacrificado.
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Inuka era hijo de un oso capturado en Canadá llamado Nanook y de la osa Sheeba, proveniente del zoológico de Alemania. Él nunca conoció la libertad.
De esta manera acaba una era para el zoológico de Singapur, Inuka era la principal atracción, y no habrá otro oso polar para reemplazarlo. En verdad, eso es una buena noticia, porque ningún otro animal merece vivir una vida tan triste.
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Son muchos los que han acusado al zoológico de Singapur de crueldad animal, al mantener a un ser vivo fuera de su ambiente natural por razones financieras. Pero el parque zoológico continúa abierto.
Esperamos que hechos como este creen cierta conciencia alrededor del mundo: es necesario dejar de visitar zoológicos y parques de atracciones en los que los animales vivan en cautiverio por razones meramente financieras; es injusto que por ese motivo algunos no conozcan jamás la libertad.