Una de las causas de la contaminación ambiental es el consumo desmedido que, entre otros efectos, genera toneladas de basura en el planeta tierra. Usualmente, los desechos que más contaminan son aquellos que tardan hasta 500 años en biodegradarse, como es el caso de algunos plásticos.
Dentro de la basura se encuentran los envoltorios de los productos que consumimos que muchas veces son completamente innecesarios, como sucede con los envases para las pastas dentales.
Si lo pensamos, las cajas de cartón que albergan los tubos de plástico o aluminio en los que se encuentra la pasta dental, tienen como único fin una estrategia de marketing: aumentar el tamaño real del producto para que se vea mejor.
La realidad es que las cajas de cartón no funcionan como una protección para el dentífrico, por ello lo primero que se hace es desecharla. Esto supone dos grandes problemas: la basura que se genera y el exceso de materiales que se utilizan para realizarlas impactan en el medio ambiente.
Si bien el cartón es un material reciclable y demora un año en degradarse, su fabricación supone la utilización de agua y energía. Además, obtener la celulosa de la que el cartón se compone implica la tala de árboles.
Siendo conscientes de las consecuencias nefastas que la deforestación genera en el planeta Tierra, prohibir los envoltorios de pastas dentales debería ser una acción que imiten todos los países del mundo. Especialmente si tenemos en cuenta que cada año se producen 900.000.000 cajas que luego serán desechadas, únicamente en Estados Unidos.
El primer gobierno en dar el ejemplo frente a esta problemática es el de Islandia, país considerado el segundo en el mundo más amigable con el medio ambiente. Y es por su conciencia ambiental que ordenó a los fabricantes de pastas dentales eliminar de sus productos la tradicional caja de cartón y distribuirlas para su venta directamente en el tubo que almacena la pasta dental.
Esta medida, además de contemplar la comercialización de las pastas dentales, también se está aplicando en los envoltorios innecesarios de diferentes productos.
Este tipo de normas invita tanto a los fabricantes como a los consumidores a tomar consciencia de que, con pequeñas acciones, podemos generar un gran cambio. Frente a la crisis climática que vive el planeta y todos sus habitantes, el cambio individual y en el ámbito familiar no es suficiente, sino que es necesario que se produzca en las empresas y los gobiernos.
La prohibición de Islandia de fabricar los envoltorios de las pastas dentales ha inspirado a personas de todo el mundo a realizar peticiones para que en sus países se imite esta medida.
La norma es una victoria porque genera una concientización muy amplia, pero es necesario aclarar que los tubos de plástico en los que se envasa la pasta dental también generan un impacto negativo para el medio ambiente, ya que tardan no menos de 150 años en degradarse.
Una alternativa ecológica sería utilizar pastas dentales cuyos envases sean fabricados con materiales biodegradables o reutilizables, como lo es el vidrio. Una opción sustentable y natural puede ser cepillar tus dientes con aceite de coco.