Chile acaba de vivir una de sus mayores tragedias ambientales: desde fines de enero, más de 151 violentos incendios asediaron el centro del país. Pueblos enteros quedaron destruidos -como la localidad de Santa Olga, hogar de 8.000 habitantes)- y 500.000 hectáreas en total fueron destruidas. El fuego dejó 11 muertos y a comienzos de febrero aún quedaban focos encendidos. 

Cuando la urgencia por apagar los focos más grandes de los incendios se fue calmando, comenzaron a aparecer las preguntas: ¿cuál fue la causa de los incendios? ¿fueron intencionales? ¿cuánto incidieron el cambio climático y el calentamiento global?

Algunas de esas cuestiones aún no están resueltas, pero hay 43 personas detenidas por haber presuntamente comenzado el fuego intencionalmente. Mientras tanto, los expertos estudian las razones por las cuales el fuego se propagó tanto y tan rápido: los bosques artificiales, o monocultivos de pino y eucalipto, podrían ser la respuesta.

En las regiones arrasadas por el fuego se pueden encontrar plantaciones de pino y eucalipto, establecidas allí con fines industriales. Según especialistas del área, el pino y el eucalipto producen sustancias combustibles que propician el avance de las llamas. Además, el cultivo extensivo de estas especies disminuiría el rendimiento hídrico de los suelos. Si a esto se suma el cambio climático -que disminuyó en los últimos años las precipitaciones- y el aumento de las temperaturas, las razones de la propagación del fuego están claras.

Mary Therese Kalin, Premio Nacional de Ciencias Naturales de 2010, explicó al periódico La Tercera, que es probable que los incendios sean, a partir de ahora, más frecuentes en Chile. Son dos los factores quele permiten hacer esta afirmación: un clima más cálido y la disminución de precipitaciones. "Es una bomba tener veranos más calientes y bosques más secos", señaló.

Therese Kalin también coincidió con sus colegas en que los cultivos forestales de pino y eucalipto facilitan la propagación del fuego en las zonas incendiadas. El eucalipto, en particular, tiene la propiedad de que sus hojas encendidas puedan desprenderse y moverse por el paisaje haciendo aparecer nuevos focos. 

Los especialistas también señalaron que los pinos y los eucaliptos vienen de zonas donde el fuego es una perturbación natural. Por esa razón, durante su evolución ganaron la propiedad de poder volver a brotar fácilmente luego de los incendios. Lo preocupante, en Chile, es que el bosque nativo y los suelos no están adaptados, por eso no se regenerarán de forma rápida ni adecuada.

Otro de los problemas de estos bosques articiales, en los que se cultiva una sola especie y además es exótica (es decir, no crece naturalmente en la región) es que afectan a la capacidad hídrica del suelo y las cuencias -que ya están siendo afectadas por el cambio climático en sí-. Eso significa dos cosas: menos disponibilidad de agua, y a la vez, más sequía que propicia la propagación de incendios.

En conclusión, incluso si se demuestra que los incendios fueron intencionales, existe también una responsabilidad mayor de todos los responsables de la planificación agrícola y ambiental, y de velar por la seguridad de los recursos naturales.

¡No permitamos que esto siga sucediendo!