Casi una semana después de que funcionarios de Huatabampo, en Sonora, extirparan a las rayas su aguijón para «proteger a los bañistas», centenares de ejemplares aparecieron sin vida en la orilla de la misma playa.
El hallazgo causó una ola de indignación y protestas, por lo que la coordinadora municipal de Ecología, Elizabeth Guerrero Moreno, responsable de la medida, fue cesada de su cargo por orden del intendente municipal, Juan Jesús Flores Mendoza, quien declaró que no se podía tolerar ninguna acción en contra de las rayas, “fuera cual fuera el motivo”.
“Somos un Gobierno municipal en donde el orden es la premisa obligada de todos y cada uno de los funcionarios, nadie tiene facultades para tomar decisiones de manera unilateral, sin consultar con su superior jerárquico”, declaraba el edil en un comunicado tras el suceso. El intendente se refirió a la acción como «deplorable y reprobable» además de que aseguró que «no se tolerará el uso de recursos públicos en una actividad en la cual nunca hubo asesoría de expertos».
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Una semana atrás, el municipio anunciaba en un vídeo que había llevado a cabo la mutilación de las rayas para que los visitantes de una de las playas más concurridas de la región pudiesen bañarse “sin ningún percance”. Imágenes mostraban a los trabajadores municipales capturando a las crías de peces, y que después de extirparles la espina venenosa sin ningún tipo de cuidado, las devolvían brutalmente al mar. Las rayas suelen acercarse a las costas en busca de aguas cálidas, lo que en ocasiones produce accidentes con los turistas.
“Era algo que se podía prever, el manejo fue terrible. Las capturaron con redes y muchas se atoraron, no sabemos cuánto tiempo estuvieron ahí atrapadas antes de ser arrastradas, quitarles el aguijón sin ningún cuidado y regresarlas al mar aventandolas desde lejos”, señala Jaqueline García, experta en impactos de los ecosistemas del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). De acuerdo con la especialista, tampoco se puede conocer el número de rayas afectadas por esta práctica, “pues no se llevó a cabo ningún conteo ni un seguimiento del impacto ambiental del desafortunado procedimiento”.
“Es necesario realizar una investigación de los ejemplares que han aparecido muertos en la playa, para indagar cuántos eran en total, cómo estaban dispersados en el área, si presentaban la espina o no”, coincide la veterinaria y directora del Centro de Rescate, Rehabilitación e Investigación de Fauna Silvestre (Crrifs), Elsa María Coria, para quien “son muchos los factores que podrían estar involucrados en el fallecimiento de estas rayas, incluso por cómo fueron manipuladas por los funcionarios del Ayuntamiento”.
No obstante, como señala García, “esta práctica lleva haciéndose muchos años y ya había sido señalada ante la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa)”, dependencia que atiende la denuncia interpuesta por ambientalistas, y que, tras la aparición de los ejemplares muertos, investiga ahora si la decisión del Municipio está relacionada con el reciente hallazgo de las rayas muertas.
“Debido a la reacción de la gente, la Profepa se ha pronunciado, anunciando que interpondrá una sanción económica para los responsables. Pero, esto es algo que se lleva denunciando mucho tiempo, y hasta ahora no habían hecho nada”, opina la experta del CIAD, quien califica de tan “desafortunada como inútil” la decisión tomada por el municipio para proteger a los turistas».
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Con el objetivo de reducir el impacto de las picaduras de estos peces, en el 2007, científicos estadounidenses ya habían llevado a cabo el experimento de quitarles el aguijón a las rayas en la playa de Seal Beach, California. “No obstante, lo hicieron bajo un protocolo y evitando en todo momento el sufrimiento de los animales. Incluso así, la medida no sirvió para reducir el número de picaduras”, agrega la experta.
Según los resultados del estudio científico, de las 2.183 rayas capturadas a las que se les extrajo la espina venenosa, solo 13 —el 0,06 % del total— fueron recapturadas durante un período de tres años. “Estos peces se desplazan mucho, no se quedan en la misma playa. Lo que muestra lo inútil de la medida. Pues las rayas a las que se les quitó el aguijón, que tarda hasta un año en regenerarse, se van a otros lugares y llegan otras con la espina intacta”, expone García, quien considera urgente que el municipio de Huatabampo tome medidas básicas que protejan a los bañistas sin afectar a las rayas.“Como poner un cartelito advirtiendo de la presencia de estos peces y lanzar un comunicado con recomendaciones para evitar los accidentes: como no nadar en áreas alejadas, entrar con cuidado al agua y arrastrando los pies en la arena. Si llegamos de sopetón, no les damos tiempo a que huyan y para defenderse es cuando atacan”, concluyó.