*Por Mongabay LATAM.

Un grupo de mujeres ornitólogas, del proyecto “Expediciones BIO Alas, cantos y colores”, investigó la poco conocida historia de la científica Elizabeth Kerr, quien recolectó más de 500 aves en Colombia a inicios del siglo XX. ¿Qué encontraron sobre esta exploradora considerada la primera ornitóloga en el país? Los hallazgos en esta #HistoriaGráfica

Una pionera de la ornitología en Colombia

En el libro de Chapman se contaba que en 1908 el Museo Americano había comprado de una mujer americana, la señora Elizabeth Kerr, 194 aves que ella había colectado en Colombia, al oeste de Honda, en el Valle de Magdalena y en las laderas orientales de los Andes Centrales, a una altitud de 3000 pies (914.4 metros).

El documento también menciona que “posteriormente la señora Kerr fue comisionada para colectar especímenes en el Valle de Atrato y las 200 aves colectadas por ella y catalogadas de acuerdo a los lugares que visitó, son las únicas recolectadas de esta región, excepto aquellas que fueron colectadas por Miller y Boyle en Dabeiba y Alto Bonito”. Los detalles contados en el libro de Chapman fueron solo el inicio de una serie de descubrimientos que las investigadoras colombianas hicieron sobre Kerr.

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“Ella no fue parte de una expedición sino que andaba sola, era una recolectora freelance de aves que luego vendía. Es impresionante que una mujer, a inicios de 1900, viajara sola en la selva, pues, además, los lugares que ella visitó son, incluso hoy en día, de difícil acceso”, cuenta Natalia Ocampo-Peñuela, investigadora del Instituto Humboldt; profesora de la Universidad de California, en Santa Cruz, Estados Unidos y líder del proyecto Expediciones BIO Alas, cantos y colores.

Soto, Ocampo y el equipo de mujeres involucradas en el proyecto, se embarcaron en una búsqueda de información para conocer a esa mujer que en entre 1906 y 1912 —según los datos encontrados— se internaba en la selva de Colombia con un rifle al hombro, algo de comer, una carpa y algunos otros utensilios para sobrevivir sola en el “paraíso de los naturalistas”, como llamó a Colombia en un artículo autobiográfico que escribió en 1912 en Collier’s Magazine. “Tal abundancia de formas animales no he encontrado en ningún otro lugar”, sentencia Kerr en el artículo autobiográfico Una mujer naturalista: un relato personal del trabajo y la aventura de una mujer coleccionista en el desierto de la América tropical.

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Una mujer debe tener dos cualidades para ser una naturalista exitosa. Debe amar la naturaleza y no debe tener miedo”, escribe Kerr al empezar su artículo, como una descripción de su valentía al recorrer sola los bosques tropicales de Colombia.

La búsqueda de información llevó a las investigadoras a encontrar otros documentos que han dado alguna información sobre esta pionera cuyo legado y aportes a la ornitología y la mastozoología permanecieron prácticamente ocultos durante más de un siglo.

Desde el Museo Americano nos mandaron las fotos de los especímenes que recolectó Elizabeth Kerr y en la correspondencia de Frank Chapman encontraron un set de cartas enviadas entre Kerr y Chapman. Fue emocionante ver las cartas escritas a mano por Kerr, y leer sobre esta enigmática persona”, agrega Ocampo-Peñuela.