Cada 20 de mayo, desde el año 2017, se celebra el Día Mundial de las Abejas, fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de generar conciencia sobre el importante rol que ocupan las abejas en la preservación ecológica del planeta.
Todos los seres que habitan la Tierra dependen de las abejas y por ello es fundamental controlar el estado de peligro de extinción en el que se encuentran. Al respecto, Soledad Rapimán, nutricionista y directora de Cambio de Alimentación de la Fundación Vegetarianos Hoy, explica: “Para afrontar la crisis climática es crucial repensar la forma en que nos alimentamos. Actualmente, las industrias producen los alimentos de forma muy agresiva, sin pensar en las consecuencias ni en las vidas que se pasan a llevar. Eso ocurre con las abejas. No existe una consciencia sobre su bienestar y además, de lo mucho que las necesitamos para existir”.
¿Por qué son tan importantes las abejas?
Las abejas, junto a otros animales como mariposas y murciélagos, llevan a cabo la polinización, un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) expone que casi el 90% de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse, el 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35% de las tierras agrícolas mundiales. De esta forma, los animales polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad.
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Según datos de la ONU, hoy, las abejas tienen una tasa de extinción de cien a mil veces más altas de lo normal debido a las repercusiones humanas: casi el 35% de los polinizadores invertebrados (en particular las abejas y las mariposas) están en peligro de extinción a nivel mundial.
¿Por qué están en peligro de extinción?
Las causas principales son las prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, plaguicidas (incluidos los insecticidas neonicotinoides), los monocultivos y el cambio climático.
“Si esta tendencia continúa, ciertos cultivos nutritivos como frutas, frutos secos y hortalizas serán sustituidos cada vez más por cultivos básicos como el arroz, el maíz y la papa (patata), lo que podría desembocar finalmente en una dieta desequilibrada, por eso es necesario que la gente empiece a hacer cosas por cambiar su alimentación, que tome conciencia y ponga su granito de arena”, aclara Rapimán.
Por ello, aunque los agricultores y los responsables de las políticas tienen un papel esencial en desempeñar en la protección de nuestros polinizadores, los individuos también pueden tomar decisiones que impacten en el cambio de paradigma.
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