¿Cuántas veces te has lanzado a un centro comercial solo porque hay “descuentos de temporada” sin que realmente sepas qué quieres comprar? ¿Cuántas veces has cedido a la presión de cambiar el celular o tu blusa favorita solo porque ya “pasó de moda” aun cuando está en perfecto estado? ¿Cuántas veces has comprado algo que no quieres, con dinero que no tienes, para satisfacer una necesidad inexistente? ¿Cuántas veces has querido comprar algo directamente a un productor del campo, a un artesano, algo agroecológico, algo que no venga envuelto en plástico... pero no encuentras ese producto en ningún mercado?

La publicidad, la mercadotecnia, la cultura de usar y tirar, la creencia de que entre más compramos más felices somos, nos ha convertido en zombis del sobreconsumo y verdugos del medio ambiente, pero en el marco del Día mundial de los derechos de los y las consumidoras queremos recordarte que decidir qué, a quién, cuánto, dónde y cómo compramos y hacerlo de forma consciente e informada es un derecho.

Sí, un derecho que muchas veces se ve truncado por falta de alternativas, en ese sentido, los gobiernos deben brindarnos opciones que promuevan el consumo responsable, ambientalmente amigable y justo ¡y también es nuestro derecho exigirlas!

Los necesitamos porque actualmente los modelos de producción, compra y venta de productos que están al alcance de la mayoría de las personas y que son publicitados hasta crearnos falsas necesidades promueven el esquema del sobreconsumo y consideran el lucro como principal objetivo, dejando de lado la salud, la justicia y la protección ambiental.

¿Sabías que, por ejemplo, la industria textil requiere 2,000 litros de agua para generar una playera de algodón, 10,000 para una falda o pantalón y 8,000 para un par de zapatos? Esto quiere decir que esta industria es responsable de 20% de las aguas residuales en el mundo y de 10% de los gases de efecto invernadero que se emiten en la atmósfera.

Los procesos de consumo globalizado no sólo contribuyen al deterioro del medio ambiente por los recursos -como el agua- que requieren para su producción o por el uso energético requerido para el transporte, empaquetado, almacenamiento y distribución de las mercancías, además obstaculizan gravemente las posibilidades de producción, comercialización y venta de gran parte de las micro y pequeñas empresas, es decir, golpean fuertemente al comercio local.

De acuerdo con un reporte de investigación El consumo en México y sus impactos en el cambio climático realizado por el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara, y Greenpeace México, los niveles de consumo de los mexicanos y las mexicanas se incrementan en dos períodos principales: en los meses de mayo a agosto y en un segundo periodo en los meses de noviembre y diciembre,siendo El Buen Fin (llevado a cabo en noviembre de cada año) la campaña de promoción del consumo más grande de México.

CONSUMO CONSCIENTE - FOOD INC

Para darnos una idea de lo que estos “picos” de sobreconsumo representan para el ambiente, en 2019, 4.7% de las emisiones anuales de la Ciudad de México ocurrieron durante los cuatro días de El Buen Fin. Del total de éstas, 67 % se debieron a la producción y comercialización de productos, 33 % a transporte (tanto de personas que van a comprar como a la entrega de mercancías) y menos de 1 % a embalaje.

También se incrementó el comercio en línea. Durante la última edición de El Buen Fin, el comercio electrónico se vio beneficiado al aumentar las operaciones en un 351% en comparación con el año anterior y el ticket promedio de ventas con tarjetas de crédito se duplicó: pasó de $592 en 2019 a $1093 pesos en 2020. Estos resultados son consecuencia de que la inversión publicitaria de las empresas para promover el comercio electrónico aumentó más de 50 % en un contexto de pandemia, en el que la gente debía quedarse en casa. Es importante mencionar que 4 de cada 10 personas que compraron por internet lo hicieron por primera vez en esta edición de El Buen Fin. Lo más comprado fue: moda (45 %), eléctricos (34 %), electrodomésticos (27 %), belleza y cuidado personal (25 %) y juguetes (24 %).

Sería bueno preguntarnos qué de todo esto que se compró “en oferta” pero a un altísimo costo ambiental, realmente era necesario.

Pero tú y yo no tenemos porque seguir este modelo. Todos somos consumidores pero podemos ser un tipo de consumidor diferente, podemos ser:

Consumidores conscientes. Tener presente que hay una relación entre el consumismo y el cambio climático, la sobreexplotación de recursos naturales, la quema de combustibles en procesos de producción y transporte y la generación de residuos. Puedes consultar el informe Consumo en México y sus impactos en el cambio climático Y descubrir cuál es tu huella de carbono como consumidor respondiendo este test

Consumidores informados. Un primer paso hacia un mejor futuro es adoptar medidas específicas. Haz clic aquí para descargar las guías que te ayudarán en ese camino.

Consumidores políticamente activos, ¡Súmate a este movimiento para exigir a los gobiernos mejores alternativas de consumo! De esta forma, queremos fomentar una dinámica amigable con el planeta y nuestra salud, pero debemos impulsar a los gobiernos para que la incentiven y esté al alcance de toda la ciudadanía. Sé parte del cambio en favor de un futuro más ecológico.

Esto es fundamental para no seguir siendo parte de un modelo de sobreconsumo que tiene fuertes impactos ambientales y sociales. Consumir es un acto político, consumir diferente es una forma de activismo. Seamos parte del cambio.