El emprendimiento argentino de juguetes reciclados Botito Ecoguardián y Smile Train, la ONG internacional líder en tratamiento y capacitación de la Fisura Labiopalatina (FLAP), reúnen fuerzas en una iniciativa solidaria para festejar el Día del Niño.
Este juguete multifacético que Daniela Czajkowski y José María Rodríguez crearon logró encontrar el equilibrio entre invención e innovación. El BO-TITO, esconde en su interior un mensaje potente: quien se lo apropie puede canalizar su propósito personal y la responsabilidad individual a nivel social y ambiental.
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Campaña para el día del niño
Esta es una oportunidad única para ayudar a que más chicos tengan una sonrisa este año, porque durante el mes de agosto, con cada compra de un BO-TITO, el súper robot fabricado con plásticos reciclados del consumo hogareño, otro será donado a los centros de atención médica asociados a Smile Train en toda América latina.
Así, esta propuesta busca concientizar a grandes y chicos sobre la inclusión social y el cuidado del medio ambiente.
BO-TITO Ecoguardián
Bo-tito es hoy un emprendimiento de triple impacto que promueve la inclusión social y el cuidado del ambiente, resignificando los residuos a través del diseño y la innovación.
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Nació en abril de 2016 y desde entonces se fabricaron piezas que hoy alcanzan un total de 5 mil kilos de plástico, con los que, por ejemplo, se podrían llenar cinco piletas de natación olímpica.
En dialogo con el medio Sur 24, José María contó que “Cada kit pesa 200 gramos. Eso de por sí es un montón de tapitas que sacamos de circulación. En peso volumétrico y en metros cúbicos, desde que nació, los números son ésos”.
Rodríguez, que fue distinguido por la fundación como un “Smile Makers”, afirmó que su objetivo sigue siendo el mismo de siempre: trabajar en darle valor a un proyecto y no apuntar al precio, porque quieren que tenga bases suficientes para que el impacto ambiental y económico sean correctos.
“No vendemos un producto, sino lo que significa. Al ser de triple impacto ambiental (evita que se generen basurales a cielo abierto, resignifica y educa a simple vista), posibilita que un residuo plástico cotidiano, que es un elemento ordinario, pueda ser transformado en un elemento extraordinario”, aseguró José María.
Y agregó que “la innovación crea valor a una invención. Desde ese lugar podemos proyectar y exaltar elementos. Creamos un idioma de valor porque el plástico no es malo. Lo que es malo es nuestra conducta de uso”.
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Fuente: sur24.com.ar