El Yellow Submarine es la única embarcación en el mundo que cuenta con un habitáculo semisumergible que permite acceder a las profundidades bajo la superficie del mar. Ubicado en Puerto Pirámides, uno de los mejores lugares del mundo para observar ballenas, ofrece una de las experiencias más increíbles que uno se podría imaginar. Bioguia participó de una de estas salidas: te contamos todos los detalles y por qué no deberías perdértelo.
Ballena franca austral: de la caza al turismo sostenible
El Golfo Nuevo, en la provincia de Chubut, Argentina, es el mayor reservorio de ballena franca austral—y uno de los mejores lugares del mundo para observar ballenas.
Hay dos factores que confluyen para que esto suceda: la geografía del lugar, que es un golfo de aguas cálidas y profundas, y las particularidades de la especie. La ballena franca austral se alimenta en aguas antárticas, pero viaja cada año, en lo que es su época reproductiva, a aguas más cálidas como las de la Patagonia Argentina. El display comienza en mayo, con la llegada de las primeras, y se extiende hasta diciembre: durante ese período, es posible ver a escasos metros de la costa a ballenas solitarias en busca de aparearse, a madres enseñándole los primeros coletazos a sus crías recién nacidas, y a grupos de cópula o apareamiento.
Cambiar el chip: visita, no espectáculo
El Golfo Nuevo cuenta con dos lugares particulares que atraen a miles de personas cada año: el Área Protegida El Doradillo, donde es posible ver ballenas a escasos metros de la costa, y Punta Pirámides, un pueblo que gira en torno al avistaje de ballenas, ya que es el único lugar habilitado para estas excursiones… y, desde hace casi diez años, también cuenta con la particularidad de ser el único lugar en donde se pueden observar ballenas desde un semisumergible.
Luis Peretti es capitán y guía ballenero a bordo del Yellow Submarine, la embarcación más grande y pesada de la localidad, con cuarenta toneladas de acero y un trailer especial que la remolca hasta el agua para cada excursión. Fue construida en Mar del Plata y, esta es la novena temporada en la que protagoniza una de las experiencias más mágicas de la costa patagónica.
Cada empresa de avistaje se rige por un manual que asegura que todas las salidas respeten a las ballenas. Duran una hora y media, y, si bien la cantidad de ejemplares que rondan las aguas del golfo en esta época asegura el avistaje, nunca puede saberse con exactitud con qué es lo que vas a encontrarte. "Trabajamos con recursos vivos," cuenta Luis, mientras esperamos que llegue el horario para zarpar hoy. "Hacemos lo humanamente posible para que la gente quede satisfecha, pero estamos en su hábitat." El código de buenas prácticas cuenta con una distancia máxima de acercamiento a los animales, a los que tampoco puede perseguirse, para no intervenir en sus comportamientos naturales. "A veces encontramos ejemplares que quieren ser sociales, y a veces, otras que no."
Es que lo más importante a la hora de avistar fauna en su hábitat es cambiar el chip: no salimos a buscar un show, vamos a visitar la casa de las ballenas.
Observarlas bajo el agua es todavía más especial, pero presenta otros desafíos. La ciudad de Puerto Madryn es la capital del buceo por su excelente visibilidad bajo el agua, pero también participan de la ecuación las condiciones del viento y, una vez más, la predisposición de los animales. Las primeras observaciones del Yellow Submarine se realizan desde cubierta; después, cuenta Luis, "si parece conveniente nos acercamos, o esperamos a que ellas lo hagan."
La esperanza y la incertidumbre
Hoy nos toca un día especial. "El vivir de actividades de mar hace que dependamos de las condiciones climáticas," me dice Luis; y es que hace tres días que el puerto está cerrado por mal tiempo. Tenemos esperanza pero incertidumbre: la salida a la que nos acercamos estaba pautada para la mañana y se postergó al mediodía, buscando las mejores condiciones. Cuando le pregunto cuántas posibilidades de éxito tenemos, me cuenta que "de 135 navegaciones, 133 veces vimos ballenas bajo el agua".
Así que, cuando salimos, lo hacemos tratando de apelar a la paciencia y el de no dejar que el paisaje imponente y los ejemplares que ya vemos allá a lo lejos en el agua nos suban demasiado las expectativas.
Y, al final, las 133 navegaciones se convierten en 134.
La magia de las ballenas bajo el agua (y algo más)
Navegamos un rato sentados en la cubierta, mirando las ballenas que se asoman a lo lejos y conversando sobre sus comportamientos y sobre el lugar. Algunos bajamos a conocer el habitáculo submarino y, aunque todavía no hay animales cerca, ya nos sorprendemos ante las primeras imágenes de la inmensidad turquesa que es esta parte del Mar Argentino bajo la superficie.
No debemos llevar más de quince minutos arriba del Yellow Submarine cuando sucede. Un juvenil solitario empieza a acercarse a nosotros, y capitán y guías nos recomiendan que nos acomodemos abajo. La salida completa va a ser así de dinámica: por momentos oteando el horizonte, por momentos apurándonos (con cuidado y mucha confianza en los pasamanos de las escaleras) para bajar y ocupar puestos al lado de las ventanitas, con una pantalla que también nos transmite, por las dudas, lo que pasa arriba.
Nos sentamos en silencio, expectantes y con las narices pegadas al vidrio, mientras esperamos indicaciones: ¿izquierda o derecha? ¿Lado "verde" o lado "rojo", que es como identifican a cada mitad del habitáculo? La visibilidad es excelente, como adelantó Luis... y entonces el enorme ballenato aparece ahí delante, como si se materializara de la nada. Primero cruza por un lado y después vuelve, con coletazos elegantes, y desaparece más allá casi tan rápido como apareció. No importa: la imagen parece casi de otro mundo, acá abajo.
"La gente tiene todo tipo de reacciones," me señaló Luis antes de zarpar. "Lloran, gritan, se emocionan." Lo veo en primera persona entonces, porque el ballenato nos deja todos boquiabiertos, o emocionados hasta los gritos, o un poco de ambas cosas. Hombres y mujeres, chicos y grandes, todos quedamos con la misma emoción. "¡No llegué a contarles nada!" se ríe el guía que nos acompaña, casi igual de maravillado que nosotros ante esta primera aparición.
Terminado este primer encuentro, casi todos los pasajeros volvemos arriba. La suerte nos sigue acompañando y, aunque no se acercan lo suficiente como para verlas bajo el agua, acompañamos durante un buen tramo a una pareja de ballenas jóvenes que no nos prestan demasiada atención pero sí nos regalan un rato largo de su presencia, con coletazos y cabezas que se asoman junto al barco. Hay fotos y videos y preguntas, y la tripulación del Yellow Submarine aprovecha cada momento para contarnos qué es lo que estamos viendo tramo de mar.
A la mitad del viaje volvemos a sorprendernos: esta vez los que se acercan son una pequeña manada de delfines oscuros, una especie nativa de la zona pero rara de ver por estas épocas. Son veloces y ágiles e increíblemente inteligentes, y cuando tenemos la suerte de verlos pasar desde el habitáculo, esto se ve claro en la mirada fugaz pero curiosa y atenta que nos dedican.
La hora y media que dura la salida se pasa volando; al mismo tiempo, es como si el tiempo se hubiera detenido y solo estuviéramos nosotros, el mar, y las ansias por ver ballenas. Cuando no estamos en cubierta, a los que nos quedamos abajo se nos pierde la mirada en esta inmensidad profunda a la que pocos acceden en su vida, pero a la que el Yellow Submarine permite asomarse durante un buen rato.
Finalmente, llega el momento de emprender en retorno a Puerto Pirámides... pero queda una última cereza del postre que corona toda la excursión.
Luis ubica desde el timón a un grupo de cópula no muy lejos de nosotros. Nos acercamos con cuidado hasta detenernos a una distancia prudencial y esperar. Este tipo de displays son fascinantes de ver porque involucran a una gran cantidad de ballenas (en este caso, vemos alrededor de seis) y muchísima actividad, ya que varios machos intentan aparearse con una única hembra. El mejor momento llega cuando el grupo se dispersa y se acerca a nosotros, para regalarnos la increíble imagen de dos adultos, gigantescos, que nos rodean y nos dejan verlos en toda su extensión, navegando justo al lado de las ventanas del habitáculo.
Verdaderamente es como estar en otro planeta.
Conocer para proteger
No se ama ni se protege lo que no se conoce, y el Yellow Submarine permite conocer a esta especie de una forma privilegiada e inolvidable.
La ballena franca austral está protegida, tanto en el país, donde es considerada Monumento Natural, como internacionalmente: desde 1980, rige una moratoria internacional que prohíbe la caza de ballenas en todo el mundo. Esta especie en particular (como varias otras) estuvo al borde la extinción por las mismas características que hoy la convierten en una oportunidad fascinante para el turismo y la educación ambiental: en inglés, su nombre es southern right whale. El término "right" fue traducido a "franca" en español, pero, en realidad, una traducción más acercada sería "correcta": era la ballena correcta para cazar por la facilidad que su caracter significaba.