Las imágenes de incendios forestales, topadoras derribando árboles, el sonido de motosierras y la caída de árboles, generalmente producen sensaciones poco agradables. El resultado es que no solamente se altera el paisaje y muchas especies de animales deben huir en busca de otros hábitats, sino que también se pierden otros beneficios que los bosques brindan.

Los Bosques, como biomas terrestres de una región, son unas de las mayores riquezas con las que contamos porque proporcionan bienes y servicios: beneficios que reciben los humanos y que provienen de forma directa o indirecta de distintos elementos de la naturaleza. Algunos ejemplos de ellos son:

El control del clima

La deforestación crea dos problemas principales. El primero es la “brillantez” de la superficie terrestre. Esto es un “efecto de reflejo” que termina por alterar las corrientes de convección, los sistemas de vientos y los regímenes de lluvias en los trópicos y otras regiones alejadas. El otro es la alteración climática por aumento del CO2 en la atmósfera global, que contribuye al cambio climático en consecuencia . Aproximadamente el 30 % del CO2 emitido anualmente a la atmósfera deriva directamente de la quema de bosques tropicales.

Regulación del impacto fluvial

Los ecosistemas forestales también juegan un papel muy importante en la regulación del impacto que producen las fuertes lluvias porque retienen tres veces más agua que un suelo desmontado. De este modo, evitan las inundaciones y la erosión del suelo por escorrentía. Los bosques favorecen la recarga de los acuíferos y protegen las cuencas hídricas porque regulan los caudales máximos, mínimos y agua total, reduciendo los sedimentos en las aguas superficiales como ríos, lagos y lagunas, y en los embalses (Hewlett 1982, Pagiola 2002, Millenium Ecosystem Assessment 2003).

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Almacenamiento de carbono

Los vegetales secuestran y almacenan carbono durante el proceso de fotosíntesis. Se observa que la reserva de carbono es mayor en bosques con rápida acumulación de biomasa y largos plazos de almacenamiento, como los bosques de araucarias y eucaliptos de Australia o las plantaciones de teca en Indonesia y Costa Rica.

Al usarse estas especies arbóreas para la construcción, porque su vida útil es mayor, se aumenta el tiempo de secuestro de carbono (MEA, 2005). Actualmente la cantidad de carbono almacenado es mayor en los suelos que en la vegetación, especialmente en los ecosistemas no forestados de latitudes medias y altas.

Conservación de biodiversidad

Los bosques, especialmente los tropicales, cumplen un papel muy importante en la conservación y mantenimiento de la biodiversidad. Brindan alimentos, hábitats, refugio contra predadores a un gran número de especies animales y vegetales. Son verdaderos bancos genéticos.

Impacto cultural

Además, los bosques forman paisajes naturales muy atractivos que invitan al turismo científico, de aventura, de observación de especies, al ecoturismo, y a actividades de fotografía. Forman lugares de recreación, estético, cultural y religioso.

Algunos datos para comprender el problema

El 30% de la superficie de la Tierra está cubierta de bosques. Entre en 2010 y 2015, el mundo perdió 3,3 millones de hectáreas de áreas forestales. Si bien durante los últimos tres siglos la pérdida de bosques fue mayor en el Hemisferio Norte, en estas últimas décadas no sólo se concentró en el Hemisferio Sur sino que se incrementó considerablemente las áreas deforestadas y degradadas.

En América Latina y el Caribe un 46,4% de su superficie pertenece a ecosistemas de bosques, es decir que unos 935 millones de hectáreas están formadas por bosques y selvas. Esta superficie representa el 22% del área boscosa total de nuestro planeta Tierra. Entre 1990 y 2015, la superficie forestal de esta región perdió 96,9 millones de hectáreas. Las principales causas de la deforestación son ampliar la frontera agropecuaria y la industria maderera (FAO. Informe “El estado de los bosques” 2018).

De mantenerse este ritmo de deforestación, América Latina se quedaría sin bosques en unos 200 años, perdiendo de este modo la biodiversidad, y los bienes y servicios que ellos proporcionan, que son esenciales para la supervivencia del hombre. Esto tiene un particular impacto en las poblaciones en situación de pobreza que dependen directa o indirectamente de los bosques para abastecerse de alimentos, fibras, medicinas, combustibles, agua potable, viviendas. Según datos del Banco Mundial, una cuarta parte de la población mundial se encuentra en estado de pobreza.

El caso de Argentina

Casi 770.000 hectáreas de bosque fueron arrasadas por el fuego. Recientemente, se difundió un reporte de incendios del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el cual informa que en tal solo nueve meses se reportaron incendios en veinte provincias, siendo Córdoba una de las más afectadas.

Marcelo Zak y Marcelo Cabido de la Universidad Nacional de Córdoba estimaron en 2009 que quedan cerca del 5% de los 120.000km2 de bosques nativos que había a comienzos del siglo pasado.

Foto de Shutterstock

¿Cuáles son las causas de estos incendios?

El 95% de los incendios forestales son producidos por intervenciones humanas. Entre las primeras causas se encuentra el uso del fuego para la preparación de áreas para el desarrollo agrícola y ganadero.

Debido al cambio climático las temperaturas aumentan año a año, mientras que las lluvias se vuelven cada vez más escasas. Esto también favorece la propagación de los incendios.

En este caso, la Argentina necesita hacer cumplir con su Ley de Bosques, mejorar su sistema nacional de manejo de fuego, sancionar la Ley de Humedales y una Ley Nacional de Educación Ambiental.

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Esta información debería alentarnos a cambiar este presente por uno que sea sostenible en el tiempo. Con la activa participación ciudadana y una mayor concientización ambiental se puede promover la forestación y la reforestación, modificar los modelos de producción agrícolas y modelos de consumo de alimentos (tender cuando sea posible a una dieta basada en plantas) e impulsar el manejo forestal sostenible a través de la silvicultura y la agroecología.

Pero, sobre todo, requiere el cumplimiento de la legislación ambiental de cada país y la promulgación de nuevas leyes de conservación.