Puede sonar a un absurdo error de la naturaleza, pero no. Cinco crías de dragones de Komodo viven sus primeras semanas de vida en el sur de España, lejos de la pequeña isla de Indonesia de donde son originarios estos gigantescos y peligrosos reptiles.
Su nacimiento en Europa tiene que ver con un plan de conservación en el que participa el zoológico Bioparc Fuengirola, a pocos kilómetros de Málaga, y tiene como protagonistas a Ora y Reo, una hembra de 13 años y un macho de 19 que son los principales responsables de este hito.
Es un hito por varias razones. La primera, porque la reproducción en cautiverio de los dragones de Komodo es sumamente compleja (la hembra entra en celo una semana al año, y el resto del tiempo evita al macho).
En España, antes solo el zoológico de Barcelona registraba un éxito similar, en 2012. La segunda, que estos reptiles están en peligro de extinción, quedando apenas 1.300 ejemplares en su hábitat natural y 220 en cautiverio. Y una tercera, porque el proceso tras la cópula (que ocurrió el 23 de junio de 2022, día de San Juan) es dificilísimo, con monitoreo periódico, diario, del estado de los huevos.
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De los 12 huevos que puso Ora, a comienzos de marzo cinco eclosionaron con resultados positivos. Y tras varios días, finalmente este 28 de marzo de 2023 el Bioparc informó la buena nueva.
Y también se conocieron los nombres de los nuevos miembros de la familia: Juanito (en honor al día de la cópula), y sus hermanos Fénix, Embum, Drakaris y Saya, que nacieron días más tarde.
Todos ellos viven momentáneamente en ambientes separados, lejos de sus padres. No hay nada de raro en ello: eso de "miembros de la familia” era un decir, porque los dragones de Komodo no cuidan de sus descendientes.
"Como en la mayoría de los reptiles, aquí no hay cariño. Las crías son presas, así que las de esta especie suelen pasar su primer año de vida en un árbol, alimentándose. Rara vez bajan”, dijo al diario El País Milagros Robledo, del equipo de Herpetología del zoológico malagueño.
El proceso fue complejo. Los especialistas españoles, tras descartar aquellos huevos que no estaban fertilizados, transportaron los viables a una incubadora, para aumentar al máximo las posibilidades de éxito.
Allí, a temperaturas entre 29,5 y 30,5 grados y una humedad de entre el 70 y el 90 por ciento, que son las condiciones que tendrían los huevos en condiciones naturales, los pequeños crecieron y finalmente vieron la luz. Ahora viven en terrarios donde degustan gusanos, insectos y crías de ratón.
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¿Qué les depara el futuro? Probablemente una vida en cautiverio. Sus genes serán vitales para garantizar la diversidad necesaria en los programas de reproducción, y es muy probable que sean enviados, más adelante, a otros zoológicos, para buscar una cópula con dragones de Komodo que no pertenezcan a su misma familia.
Solo de esta manera puede asegurarse un futuro para la especie, pensando que llegará el día en que habrá que reintroducir ejemplares en el que ha sido su hábitat natural durante milenios: en los últimos años, la población de este reptil ha disminuido un 25 por ciento por la quema de sus bosques, la contaminación y la caza.
Fuente: DW