“Nos parte el corazón en mil pedazos y nos da una gran impotencia”, sostuvo Ernesto Ricci, buzo y guía ballenero de Puerto Pirámides que viralizó la imagen en Instagram. “Se trató de hallarla para sacarle el cabo de su aleta caudal, pero no se pudo, el animal se sumergió y perdimos el rastro”, remarcó. Esta es otra situación más que pone de manifiesto la necesidad de tomar acción inmediata para disminuir el impacto de la industria pesquera en el mar.
El obturador de la cámara réflex se cerró y captó una imagen hermosa. El momento exacto en que la cola de una ballena franca austral emergió del océano y la luz del atardecer reverberó en su resplandeciente piel. Las bardas del fondo y el color del mar, adornaron la foto con inconfundibles rasgos patagónicos. Pero al hacerle zoom, lo que podría haber sido una bella postal se transformó en una fuerte preocupación.
La triste imagen, tomada sobre el mar que baña las costas de la playa La Adela, cercana a Puerto Pirámides, muestra la cola del cetáceo envuelta en una red de pesca. Ernesto Ricci subió la foto a sus redes sociales y compartió su indignación. Y es que el buzo y guía ballenero pasa, y pasó, una enorme cantidad de su vida en el mar. Desde hace 27 años su oficina es el océano y muchos de sus compañeros de trabajo son las especies que hay en él.
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“Estas cosas también pasan y no hay que mirar para un costado. Los residuos de los barcos pesqueros, y las cosas que tiramos al mar, muchas de ellas se van al estómago de las ballenas y pasan este tipo de situaciones”, detalló Ricci, y agregó: “Pero esto no pasa solamente con las ballenas, sino también con cualquiera animal que vive en este espejo de agua. Esto que está pasando, parte nuestro corazón en mil pedazos y nos genera una gran impotencia”.
El animal no pudo soltarse de las ataduras y quienes presenciaron la escena no pudieron hacer nada. “Cuando golpea la cola así es porque está luchando para liberarse de la red. Se trató de hallarla para sacarle el cabo de su aleta caudal, pero no se pudo, el animal se sumergió y perdimos el rastro. Seguiremos buscando con la gente de nuestra asociación de Guías Balleneros cumpliendo el protocolo que tenemos para estas situaciones. Estamos muy atentos y con todas las ganas de poder lograr, una vez más, como ya lo hemos hecho, encontrar al animal y liberarlo. Es un pequeño aporte, y a su vez enorme, que nos comprometimos a realizar”, explicó Ernesto Ricci.
La punta del iceberg
Ballenas enredadas y laceradas, lobos marinos lastimados con tanzas en sus cuellos o aletas, gaviotas con plásticos en sus patas o picos, son imágenes de la barbarie que se han viralizado muchas veces. Pero esto es solo una de las consecuencias generadas por la contaminación y la pesca industrial.
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La punta del iceberg asoma, al igual que la cola enredada de la ballena. Pero debajo suceden más cosas. Uno de los principales promotores de este tipo de situaciones es la pesca de arrastre. Según lo explica Lucía Castro, de la fundación Sin Azul No Hay Verde: “Necesitamos que toda la sociedad sepa que hay detrás de las cosas, que hay detrás de estas imágenes. No quedarnos solo con lo impactante del video sino ir a la comprensión de toda la situación».
«En nuestro mar argentino –continuó Lucía Castro– el trasfondo de estos hechos que tanto nos duelen, como las redes, cajones y cabos que impactan sobre nuestra fauna marina es una industria pesquera con casi nulo control y fiscalización real y efectiva. Y esto no solo se ve en la contaminación, también lo vemos en la pesca incidental, el descarte, la sobreexplotación de los recursos. Todos efectos de la pesca de arrastre”.
En la misma línea, remarcó que “debemos exigir y denunciar a la industria pesquera para que realice una revisión seria y urgente de sus prácticas destructivas, porque no podemos continuar permitiendo estas situaciones, no podemos continuar permitiendo la destrucción de nuestro mar”.
Visibilizar para proteger
Animales sufriendo las consecuencias de las practicas del ser humano son imágenes que la sociedad no desearía ver, pero existen. Y si bien pueden ser fuertes, es importante que la comunidad en su conjunto vea lo que se está dañando para que pueda comprometerse con dejar de hacerlo.
“Escenas como estas me hacen reflexionar sobre todo el trabajo que nos queda por delante como sociedad para que los ecosistemas dejen de ser víctimas de nuestro accionar. Visibilizar estos temas es importante para tomar consciencia, pero también es necesario que tomemos acción para que no sigan sucediendo. Ya sea aplicando un control más estricto, así como también las multas correspondientes a los responsables”, reflexionó Camila Pignocchi, coordinadora de la fundación Sin Azul No Hay Verde.