Desde la última era de hielo hasta nuestros días, es decir, en 130.000 años, las especies han reducido su tamaño en un 14%. Esto muestra que la tendencia general de nuestro planeta lleva a que las especies sean cada vez más pequeñas.

Sin embargo, un estudio reciente de la Universidad de Southampton (Inglaterra) ha pronosticado que, en los próximos 100 años, esta tendencia a la reducción de tamaño se acelerará. Así, las especies podrían ser hasta 25% más pequeñas en solo un siglo.

No es casualidad, y tampoco un proceso natural. Para los científicos, este pronóstico está directamente relacionado con el accionar del ser humano, y puede provocar la extinción de muchas especies.

La incidencia del ser humano

"La mayor amenaza para las aves y los mamíferos es la humanidad, ya que se destruyen los hábitats con nuestro impacto en el planeta, como la deforestación, la caza, la agricultura intensiva, la urbanización y los efectos del calentamiento global", explica Rob Cooke, autor principal del trabajo.

Para hacer el estudio, el equipo de investigación se centró en 15.484 mamíferos y aves terrestres vivos, y consideró cinco características que se relacionan con el papel de cada especie en la naturaleza: masa corporal, tamaño de la camada, amplitud del hábitat, dieta y tiempo entre generaciones.

Luego, utilizaron herramientas estadísticas modernas para combinar todos estos datos para hacer sus proyecciones y evaluar la pérdida de la biodiversidad.

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Cómo serán los animales del futuro

La tendencia a encogerse vendrá dada porque las especies grandes, más lentas y menos fértiles, serán las que tengan mayor tendencia a desaparecer. Aquellas que necesitan un hábitat muy especial para vivir y no tienen facilidad para adaptarse se verán particularmente afectadas.

En cambio, predominarán los animales pequeños, de vida rápida y muy fértiles. Aquellos que se alimentan de insectos y, sobre todo, que pueden adaptarse fácilmente a cualquier hábitat, serán los grandes ganadores de la evolución. Dentro de este grupo se hallan los roedores y los pájaros pequeños, por ejemplo.

"Hemos demostrado que la pérdida proyectada de mamíferos y aves no será ecológicamente aleatoria, sino más bien un proceso selectivo en el que ciertas criaturas se filtrarán, dependiendo de sus características y vulnerabilidad al cambio ecológico", comenta Felix Eigenbrod, profesor de la Universidad que realizó el estudio.

¿Se puede revertir?

A pesar de que los resultados son preocupantes en lo que se refiere al equilibrio ecológico, los científicos se muestran esperanzados. Para ellos, estas predicciones no son irreversibles.

Al contrario, si empezamos a actuar hoy mismo teniendo en cuenta esta información, se puede conseguir cambiar esta tendencia.

"Mientras persista una especie que está previsto que se extinga, hay tiempo para la acción de conservación y esperamos que investigaciones como la nuestra puedan ayudar a guiar este camino”, explicó Eigenbrod.

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