Pareciera ilógico de solo pensarlo, ¿verdad? Pues si cada uno de nosotros es único y ve la vida a su manera, ¿cómo podríamos ser todos felices con lo mismo?
Pues, según los expertos, existen dos tipos de felicidad:
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Felicidad hedónica
Desde esta perspectiva, la felicidad se iguala con el bienestar, entendido como el placer y la satisfacción ("sentirse satisfecho") en todos los planos de la vida (personal, laboral, relacional, etc).
El aspecto positivo de esta felicidad es que produce un impulso hacia la búsqueda de situaciones placenteras; sin embargo, junto a ese mismo impulso, tiende a negar o intentar eliminar las negativas.
Ejemplos de este tipo de felicidad, por ejemplo, son las que acciones que generan gratificaciones a corto plazo, como el consumo en cualquiera de sus variantes.
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Felicidad eudaimónica
Este tipo de felicidad se centra en la autorrealización personal y el despliegue del propio potencial.
Esto se relaciona con el bienestar "psicológico" e incluye: la autonomía, el crecimiento personal, la autoaceptación, y el desarrollo de relaciones positivas, entre otros aspectos.
Ejemplos de este tipo de felicidad podría ser, por ejemplo, realizar actividades sociales que ayuden a terceros. Allí existen objetivos o gratificaciones simbólicas que, a diferencia del tipo de felicidad anterior, suelen permanecer más en el tiempo.
Además, existen estudios que demuestran que tener un propósito en la vida produce un efecto positivo en la salud: las personas que desarrollan más el segundo tipo de felicidad presentan niveles más bajos de inflamación y una respuesta inmunológica más alta.
Fuentes: