Las semillas tienen un sistema de barrera físico y químico que les permite sobrevivir en ambientes adversos. El problema de estas barreras es que pueden producir digestiones pesadas e impiden aprovechar la riqueza nutricional de la semilla. Por tal motivo, se deben activar.
Activar semillas no es más que someterlas a condiciones ideales de temperatura y humedad para que pueda germinar y así alcanzar su máximo potencial nutricional. Al mismo tiempo, se facilita su digestión.
El primer paso para activar cualquier semilla es lavarla con abundante agua, para eliminar la tierra y cualquier suciedad que pueda contener. Ahora sí, una a una, veremos cómo activar las semillas más usadas a diario.
CHÍA
Es especialmente rica en ácidos grasos omega 3, un tipo de grasa que cumple un rol sumamente beneficioso para la salud cardiovascular. Para activarlas deben colocarse en un vaso con agua, jugo u otra bebida, revolver con una cuchara y dejarlas entre 15-30 minutos.
Al ponerlas en un medio líquido generan una especie de gelatina, llamada mucílago, que protege la pared intestinal y favorece la motilidad. Por tal motivo, no puede descartarse y debe consumirse junto con la semilla, lo cual puede no resultar agradable para algunas personas. Aún así se pueden hacer numerosas preparaciones a partir de esa gelatina, por ejemplo, yogur, mousse, se puede mezclar con granola, pasas de uva, frutas frescas, mejorando mucho su aceptación.
Otra forma es consumir la semilla triturada con un mortero o molinillo, o bien comprarla ya triturada y conservarla en un ambiente oscuro y fresco. Esto es necesario porque al ser semillas tan chicas no suelen masticarse y pasan inalteradas por el tracto digestivo, sin aprovechar los potenciales beneficios de sus ácidos grasos.
SÉSAMO
Se destaca por su aporte de calcio, pero, al contener también oxalatos, es importante activarlas, debido a que estos se encargan de “secuestrar” el calcio, disminuyendo su disponibilidad. Para eso, podemos molerlas al momento de consumirlas y tostarlas para darles más sabor.
Las semillas de sésamo no necesitan ser remojadas, salvo que se quiera hacer leche vegetal. En este caso, el tiempo de remojo no debe ser superior a las dos horas porque sino la semilla adquiere sabor amargo.
LINO
Es también rica en omega 3 y antioxidantes y destaca por su aporte de Vitamina B1 (nutriente clave para el sistema nervioso). Al igual que la chía, es necesario ponerla en remojo para aprovecharse al máximo y no debe descartarse el agua utilizada, ya que forma mucílago.
También se puede comprar la semilla entera y molerla al momento de consumirla. Si se compran ya molidas, es importante tener en cuenta que como máximo pueden estar seis semanas en la heladera. Luego de ese tiempo, comienzan a enranciarse y dejan de ser aptas para el consumo.