Conocida con el apodo de Her Deepness (o la Dama de las Profundidades), a sus 86 años Sylvia Earle continua luchando incansablemente por crear una red global de áreas marinas protegidas cada vez más grande que, al menos, iguale la superficie terrestre.
Y es que los océanos son indispensables para la vida: regulan las precipitaciones, la temperatura, los vientos, nos proveen de oxígeno y son el mayor sumidero de CO2 de la naturaleza. Es decir, sostienen la vida en el planeta, y hasta el 90% de las especies, incluida la nuestra, depende de los océanos para sobrevivir.
Sin embargo, la ignorancia y el egoísmo del ser humano están destruyéndolo todo. "El océano es la piedra angular de nuestro sistema de soporte vital. Sin océano, no hay vida. Sin azul, no hay verde", ha comentado la oceanógrafa, que ha señalado que actualmente la humanidad no tiene la excusa de que no sabe lo que está haciendo.
Earle dedicó su vida entera a la investigación y conservación del océano, campo en el que fue una pionera y casi la única mujer en un área dominada por hombres, desde que en 1953 realizó su primera incursión bajo los mares para estudiar los fondos marinos.
Una larga carrera ligada a la vida bajo el agua
Desde que siendo una niña Sylvia Earle se sumergió por primera vez en el mar, su vida ha estado ligada a los océanos y a su conservación. Más de cien expediciones realizadas en todo el mundo y más de 7000 horas de buceo o un récord de inmersión en solitario de 1.000 metros para sus investigaciones convierten a Sylvia Earle en una de las grandes figuras expertas en la conservación de los océanos.
Con pasión y voluntad, ha ampliado sus límites una y otra vez. Así lo ha demostrado en numerosas ocasiones a lo largo de su vida, tal es el caso cuando en 1969, solicitó formar parte de proyecto Tektite, para poder seguir sus investigaciones bajo el mar, pero le negaron la participación por ser mujer.
Además, tuvo que soportar comentarios machistas por parte del jefe del proyecto tales como “la mitad de los peces son hembras, podemos aguantar a algunas de ellas“. Pero, claramente, no se dio por vencida y siguió con su investigación. De hecho, al año siguiente fue seleccionada para liderar el proyecto Tektite II, que fue el primer grupo completamente femenino de submarinistas. Sylvia estuvo dos semanas enteras viviendo literalmente bajo del mar en la base submarina de Islas Vírgenes.
Sylvia consiguió el récord femenino en profundidad oceánica. En 1979, se sumergió hasta una profundidad de 381 metros con un traje especial llamado JIM suit que, como característica principal, tiene la de mantener la presión interna en 1 atm, independientemente de la presión externa.
En esta inmersión llegó en pleno océano abierto hasta el suelo oceánico cerca de Oahu (Hawái). En el momento en el que llegó a las profundidades marinas apagó las luces del traje para poder observar la oscuridad marina. Pero no fue así. Lo que vio fueron luces de colores que provenían de todo tipo de seres submarinos: fue testigo de la bioluminiscencia en estado puro, fluyendo en las más oscuras profundidades submarinas.
En julio de 2012 lideró una expedición en el laboratorio submarino Aquarius, situado en Cayo Largo, Florida. Aquí, se investigaron los arrecifes de coral y la salud oceánica, mostrando una vez más como a pesar de sus 77 años le seguía apasionando la biología marina y el bienestar de los océanos.
Por desgracia hoy en día los océanos se han convertido, literalmente, en un mar de basura. Sylvia asegura que el Golfo de México es una zona muerta y que hasta en la más profunda inmersión (unos 5 km) ha visto basura.
La misión de Sylvia Earle
Earle fundó Mission Blue (también conocida como Sylvia Earle Alliance, Deep Search Foundation and Deep Search), una fundación no lucrativa para proteger y explorar el océano de la Tierra. Además, sirve en diferentes juntas incluyendo Marine Conservation Institute.
Su misión básicamente es proteger los océanos. Así como en la tierra hay zonas protegidas para conservar diferentes ecosistemas, Sylvia decidió hacer lo mismo con los mares. Ha creado diferentes “puntos de esperanza” no solo para reconocerlos como lugares preciosos, sino que también son puntos críticos para la salud oceanográfica. Actualmente hay 116 “Hope Spots” o puntos de esperanza.
«Mi deseo es que se utilicen todos los medios posibles para impulsar el apoyo público a una red mundial de áreas marinas protegidas, lugares de esperanza lo suficientemente grandes como para salvar y restaurar el océano, el corazón azul del planeta”, dijo en 2009 cuando recibió el premio TED.
Sin dudas, esta mujer se ha convertido en una figura a seguir tanto por su arduo trabajo, como por su lucha y su pasión por el mar. Como oceanógrafa y exploradora de National Geographic, Earle ha inspirado a miles de personas con sus seminarios y conferencias alrededor del mundo.
Y aún hoy, Sylvia asegura que es ahora cuando hay que actuar, porque entendemos lo que no sabíamos hace 50 años. Según esta pionera “nuestras decisiones y acciones de ahora darán forma a todo lo que vendrá”. Es ahora cuando hay que salvar al océano.
"Realmente, entre todos podemos conseguirlo"
Fuente:
National Geographic