*Por Mariana Atan, integrante de Agenda Ambiental Entre Ríos.

El 10 de octubre es, desde 1992, día Mundial de la Salud Mental. Postulando un quiebre a la exclusión y resistencia hacia las personas con algún conflicto mental, la Federación Mundial por la Salud Mental estableció este día para concienciar a la sociedad y mejorar la atención de quienes padecen este conflicto.

“Entendiendo que no hay salud física sin salud mental y que es necesario un abordaje del proceso de salud y enfermedad no solo desde la perspectiva de la atención al daño, sino también desde el ángulo de la protección de los atributos positivos de la salud y del fomento del bienestar de la población; y, además, que desde esta perspectiva de salud pública los factores psicosociales y relacionados con la conducta humana desempeñan una función crucial...” según la Organización Panamericana de la Salud, “Marco de Referencia para la Implementación de la Estrategia Regional en Salud Mental”, 2011.

Analizando qué se considera enfermedad y qué se considera salud en un determinado esquema referencial, “la salud no es sólo la ausencia de la enfermedad, sino que es algo positivo, una actitud gozosa ante la vida y una aceptación alegre de las responsabilidades que la vida hace recaer sobre el individuo”, Sigerist (1941). “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad” OMS (1945) “El estado de adaptación al medio y la capacidad de funcionar en las mejores condiciones en este medio”, R. Dubos (1995). “La salud es el equilibrio entre las fuerzas naturales y espirituales entre los individuos y las comunidades. La salud se ve como un todo holístico de bienestar físico, moral, social, espiritual y el equilibrio cósmico, un todo. La enfermedad existe por desequilibrio, por avasallamiento y falta de convivencia armónica”, integrante de una comunidad aborigen en el Taller sobre interculturalidad en Salud, representantes de diferentes organizaciones Territoriales Indígenas y el PMC, Ministerio de Salud de la Nación, Ciudad de Buenos Aires, octubre 2009.

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Citando desde el psicoanálisis a Melanie Klein: "la base de la salud mental es una personalidad bien integrada… madurez emocional, fuerza de carácter, capacidad de manejar emociones conflictivas, equilibrio entre la vida interior y la adaptación a la realidad y una fusión exitosa entre las distintas partes de la personalidad". Frase de "Sobre la salud mental", publicada en 1960, cuando Melanie Klein murió. Enrique Carpintero alude a un "sujeto que constituye su subjetividad desde diferentes cuerpos. El cuerpo orgánico; el cuerpo erógeno; el cuerpo pulsional; el cuerpo social y político; el cuerpo imaginario; el cuerpo simbólico. Cuerpos que a lo largo de la vida componen espacios cuyos anudamientos dan cuenta de los procesos de subjetivación.”

El campo de la salud mental es de una complejidad necesaria cuando, hoy, la OMS dice que la salud es “bio-psico-social”, denominación que se ha utilizado a veces como una fórmula políticamente correcta y vana pero que demanda encarar el padecimiento subjetivo desde varias teorías y abordajes, cuestión que se traduce, en salud mental, en un abordaje con equipos interdisciplinarios.

Ésta es una invitación, como ciudadanos, a responsabilizarnos frente a los desafíos que nos convocan en este complejo período planetario de cambio climático, de pandemia por Covid-19, entre otros males que nos perturban con sus derivaciones aún desconocidas en su totalidad.

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En este sentido, por ejemplo, podemos hablar de la eco-ansiedad que, de acuerdo a la Asociación Estadounidense de Psicología, es descrita como "un temor crónico de un cataclismo ambiental; un estrés causado por los impactos aparentemente irrevocables del cambio climático, y preocuparse por el futuro de uno mismo, de los niños y las generaciones futuras".

Algunas de sus características y sus consecuencias provocadas por este panorama, son:

  • Falta de aire al pensar en el futuro del planeta
  • Insomnio provocado por impotencia de tener un impacto en la reducción del cambio climático
  • Saber que los hijos podrían morir sin garantías de un ambiente sano en el planeta y por ello no querer tenerlos, en algunos casos.
  • Pensar en las consecuencias a corto plazo que se tendrán a efecto del cambio climático en zonas cercanas a donde se habita.

Vivimos un tiempo en que los ciudadanos tenemos más poder que nunca antes en la historia. Podemos modificar el curso de los acontecimientos. Mira tu espacio de influencia, tu familia, tus amigos, habla con ellos del cambio climático; no tienes que persuadir a todos, pero si consigues transmitir buenos hábitos ambientales, una idea pasa de ser accesoria, a significativa.

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Debemos pensar sustentablemente cuando elegimos qué comer, qué comprar, cómo relacionarnos, cómo vivir. Si sentimos miedo, este nos abrumará por completo y no haremos nada.

"Es imperativo que el miedo te motive a la acción" - Walt Whitman.