- Expertos califican como un hito la creación de la reserva que tardó más de 10 años en ser aprobada. Se trata de una de las áreas protegidas del Perú más esperada por la enorme biodiversidad que habita en esas aguas.
- Sin embargo, la nueva reserva permite en parte la pesca industrial, incluida la de arrastre. Esto ha sido criticado por expertos en conservación marina que aseguran que Perú “necesita áreas de no pesca”.
El Consejo de Ministros en Perú aprobó la creación de la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau, en el norte del país. Se trata de una de las áreas protegidas más esperadas por los peruanos, debido a que es una de las zonas más biodiversas de todo su litoral. De hecho, es unos de los 70 lugares más importantes del mundo para la conservación de la biodiversidad marina, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La reserva abarca poco más de 115 675 hectáreas de mar frente a los departamentos de Piura y Tumbes. Esa zona estará ahora protegida luego de más de 10 años de espera. Es una extensión pequeña, dicen los expertos, pero muy significativa debido a la rica biodiversidad que alberga.
El jefe del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp), José Carlos Nieto Navarrete, señaló que su creación permitirá a Perú avanzar en el cumplimiento de los compromisos internacionales para la conservación de áreas marinas.
El nacimiento de la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau ha sido calificado como un hito en el país, sin embargo, siguen siendo grandes los retos que tiene Perú en la conservación de su mar. Aún con la nueva reserva, el país no alcanza el 10 % de protección de su territorio marítimo y se mantiene lejos de la meta del 30X30. Además, asegurar la efectiva conservación de esta importante área marina recién creada será un serio desafío considerando los intereses existentes en la zona ligados a extracción de hidrocarburos y pesca.
La riqueza del mar tropical
El Mar Tropical de Grau es un espacio único que se forma por la convergencia de dos ecosistemas marinos: las aguas cálidas del mar tropical del Pacífico Oriental, que inician en México y llegan al norte del Perú; y el sistema Humboldt, de aguas frías y rico en nutrientes. Esa reunión genera una zona de transición única donde llegan ballenas jorobadas a dar a luz, mantarrayas y diferentes especies de tiburones —incluido el martillo, considerado en Peligro Crítico de extinción por la UICN—, y todas las especies de tortugas marinas presentes en esa área del Pacífico.
Además, existe una cantidad importante de especies endémicas de invertebrados como corales, anémonas, moluscos y crustáceos. De hecho, en la zona se han encontrado decenas de especies nuevas para la ciencia.
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La riqueza de este mar es tal, que de las 35 principales especies de peces desembarcados por la flota pesquera artesanal peruana, 24 tienen como regiones de origen a Piura o Tumbes.
Por todas estas razones, proteger el Mar Tropical de Gau es, desde hace más de una década, el anhelo de científicos, conservacionistas y pescadores artesanales que se benefician de la abundancia de este ecosistema.
Pero, además, crear un área protegida es un paso fundamental para detener las amenazas que acechan la zona. “La pesca de arrastre ilegal ocurre día a día en las noches allá y hay una falta de control y fiscalización”, asegura Daniel Cáceres, representante de Sustainable Ocean Alliance en Latinoamérica. “Tener un área marina protegida en la categoría de Reserva Nacional ayudará a que pueda haber más control y monitoreo para vigilar y prevenir el ingreso directo de la pesca ilegal”, explica. Esa es también la esperanza de los pescadores artesanales que desde 2010 claman por la existencia de la reserva.
Para lograrlo, Cáceres precisó que se necesitarán “bastantes fondos” y “apoyo internacional”. Por lo mismo, comentó que esperan que no se repita lo mismo que actualmente ocurre con la Reserva Nacional Dorsal de Nasca que, según dice, no se quiere apoyar de manera internacional. “Como es un área marina protegida que permite la pesca industrial, las organizaciones dicen: ‘No entiendo qué protege. No voy a poner dinero ahí’. Por eso también es importante que sea un área que realmente permita que se mantengan los servicios que la naturaleza viene proveyendo por millones de años”.
Este punto justamente inquieta a ciertos conservacionistas, ya que el Decreto Supremo que crea la reserva Mar Tropical de Grau reconoce los derechos adquiridos con anterioridad. Por lo mismo, la pesca industrial seguirá realizándose en parte del área y también la extracción de hidrocarburos.
La controversia de los derechos preexistentes
A pesar de todas las virtudes de esta zona del mar del Perú, la creación del área protegida había sido frenada hasta ahora debido a la superposición de intereses, ya que en el Mar de Grau no sólo hay una extraordinaria biodiversidad, sino también una importante industria de explotación de hidrocarburos.
Actualmente no es la extracción de petróleo lo que más preocupa a los científicos y conservacionistas, sino la pesca.
Cuando en octubre del año pasado el Ministerio del Ambiente prepublicó el proyecto de Decreto Supremo que crea la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau para recibir las opiniones y sugerencias de la sociedad civil, algunas organizaciones ambientales y expertos se alarmaron ante un detalle preocupante: la pesca industrial —incluida la de arrastre— estaría permitida en casi la mitad de la reserva. Hoy, ya publicado el Decreto Supremo, esa es una realidad.
Según explicó en ese momento Alfredo Gálvez, especialista legal del programa de biodiversidad de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), el reglamento de la Ley prohíbe la pesca a gran escala dentro de las áreas protegidas, sin embargo, “el marco legal peruano sobre áreas protegidas respeta los derechos preexistentes”. Ello quiere decir, “que todos aquellos derechos que están antes de la creación, se mantienen, se respetan”.
Un detalle importante, eso sí, advierte Silvana Baldovino, directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la SPDA, es que dichos derechos no pueden ejercerse con total libertad, sino que deben ajustarse a los objetivos y fines de la reserva. “Como todo derecho dentro de un área natural protegida, las actividades van a tener que tener cierta limitaciones para su ejercicio”.
Aún así, se trata de un controvertido tema que genera inquietud.
“Está clara y flagrantemente expresado dentro de las directivas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que la pesca industrial de mayor escala no es compatible con un área protegida”, dijo en octubre de 2023, Juan Carlos Riveros, director científico de la organización de conservación marina Oceana, cuando se prepublicó el proyecto de Decreto Supremo.
Esto se debe, explicó Riveros, a que la pesca industrial tiene la capacidad de sacar grandes cantidades de biomasa. Por lo mismo, “ningún área marina protegida a nivel mundial permite la pesca industrial porque captura grandes volúmenes, lo que va directamente contra los objetivos de creación de un área natural protegida”, agregó entonces Yuri Hooker, director del laboratorio de biología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
“Lo que necesita Perú son áreas de no pesca”
La Reserva Nacional Mar Tropical de Grau abarca cuatro sectores: Arrecifes de Punta Sal, Cabo Blanco-El Ñuro, Isla Foca y Banco de Máncora. Los tres primeros están ubicados en la costa, poseen el mayor número de nuevos registros para peces, corales, esponjas marinas y equinodermos; son un importante lugar de alimentación y refugio para las tortugas marinas y tienen enormes bancos de peces de importancia comercial. La cuarta zona, el Banco de Máncora, una quebrada submarina que tiene unos 250 kilómetros de largo, está más alejada de la costa, por fuera de las primeras cinco millas.
Debido a sus características, no se tiene mucha información sobre la biodiversidad que allí existe. Sin embargo, sí se sabe que “hay corrientes profundas que se mueven y que al chocar con esta montaña submarina generan afloramientos marinos muy nutritivos hacia la superficie”, explicó Hooker. Por lo mismo, es una zona de alimentación de especies migratorias y también sirve como punto de guía para tortugas marinas, tiburones ballena y otras especies.
Allí justamente, en el Banco de Máncora, es donde operan legalmente y seguirán operando barcos industriales que pescan caballa, jurel y también buques arrastreros que pescan merluza.
“Eso es preocupante”, opina Maximiliano Bello, experto en política pública oceánica y asesor ejecutivo de Mission Blue, “porque al final se mantiene el status quo y lo que necesita Perú son áreas de no pesca”, explica. “Perú ha hecho un uso extractivo intenso en el océano por décadas, pero a la vez se ha beneficiado un montón de esa riqueza”, asegura Bello. Por lo mismo, sostiene que “Perú necesita una discusión mucho más profunda de espacios realmente protegidos, sin actividades de impacto, si es que lo que quiere es seguir viviendo de ese océano”.
Por otra parte, en cuanto a las actividades petroleras, Cáceres asegura que la creación de la reserva debería permitir que exista más vigilancia y cuidado en la prevención de derrames, puesto que los temas legales y los costos son mucho mayores cuando éstos ocurren dentro de un área protegida.