*Por Michelle Carrere para Mongabay LATAM.
Francisco Vera estudió pedagogía en inglés, pero mientras cursaba sus estudios en la universidad supo que dedicaría su vida a la fotografía. Siempre disfrutó de observar la naturaleza indómita de su región, Aysén, en la Patagonia austral de Chile, así que enfocar su trabajo hacia la fauna y la flora que allí habita fue una decisión que llegó por añadidura.
A Vera le fascinan las aves, pero lo que más disfruta es observar y descubrir en el comportamiento de los animales lecciones que pueden mejorar la vida de las personas. “¿Por qué le asignamos valor a lo inalcanzable? Pensamos que algo escaso puede entregarnos felicidad. Buscamos afuera lo que en principio siempre ha estado en nosotros. El pasto es perfectamente verde en nuestro jardín”, reflexiona Vera cuando su lente enfoca el plumaje azul de un martín pescador.
Mongabay Latam conversó con él sobre su amor por la naturaleza y el valor de contemplarla.
—¿Cómo llegó a hacer fotografía de naturaleza?
—Siempre me interesó mucho la fotografía y cuando estudiaba en la universidad, me gané una cámara en un concurso. Ahí comencé a aprender de manera más técnica lo que significaba el mundo de la fotografía.
Conforme pasaba el tiempo, empecé a adentrarme más en el tema y tuve la posibilidad de comprarme un equipo. Ahí ya tenía la intención de dedicar mi tiempo a esto. Luego ya me atrapó hasta el punto que renuncié a mi trabajo y me empecé a dedicar al 100% a la fotografía. Me perfeccioné en fotografía de naturaleza y el resto del aprendizaje, en realidad, ha sido solamente trabajo de campo, aunque no me gusta mucho utilizar la palabra autodidacta.
—¿Por qué?
—Porque finalmente uno se empapa de las experiencias de muchas otras personas. El conocimiento no nace tanto desde uno, sino desde la experiencia con otras personas y también con el medio, con la misma naturaleza.
En mi caso la naturaleza es algo que me apasiona demasiado, desde siempre. Entonces esa conexión entre la fotografía y la naturaleza se dio de manera muy natural. Ya llevo cinco años haciéndolo y aquí estoy, todavía en el ruedo.
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—¿Hay algo en particular que disfrute fotografiando?
—El proyecto fotográfico que tengo en Instagram comenzó con las aves. En un momento, incluso, la cuenta que tengo, que se llama @coyhaiquefaunastico, se llamó @coyhaiquepajaristico y era solamente de aves. De hecho mucha gente me conocía desde esa vereda. Pero en las salidas a campo que hacía me encontraba con muchas otras especies, entonces empecé a darme cuenta que no podía acotar mi experiencia solamente a las aves. Le di una vuelta a la cuenta, al nombre, y a lo que yo estaba haciendo.
Las aves siguen siendo mi predilección, pero creo que tiene que ver con que dentro del universo de la fauna hay más aves, entonces la mayor cantidad de encuentros que uno tiene en la naturaleza son con aves.
El objetivo fotográfico también depende mucho del día o de la estación del año. Por ejemplo, en otoño dejo de pensar en animales y me pongo a pensar en hongos.
—En su perfil suele publicar fotografías y videos de aves, justamente, con reflexiones asociadas. ¿Por qué empezó a hacer eso?
—Al inicio hacía fotos, las subía, escribía el nombre de la especie y un poquito sobre su comportamiento. Eso a mi me gusta, lo encuentro interesante, pero me di cuenta que cualquier persona puede buscar esa información. Además, no abarca toda la experiencia de lo que a mí me pasa con la fotografía. Yo quería compartir un poco mi mundo interior relacionado con la fotografía.
Siempre fui un aficionado a escribir, pero eso pertenecía a un mundo muy oculto. No lo compartía ni siquiera con gente cercana.
Me gustan mucho los Haiku, que es una forma de escritura dentro del mundo de la poesía japonesa. Son escritos muy cortitos que están relacionados con la naturaleza. Eso a mí me generaba mucha fascinación porque era algo muy breve, pero que abarcaba un todo. Entonces pensé que podía combinar ambas cosas para transmitir en esta imagen que es estática, un momento mucho más grande que eso.
—¿Por ejemplo?
—Hay cosas fascinantes que suceden en el mundo natural, por ejemplo, un ave a punto de lanzarse y cazar. Lo que yo siento en ese momento al verlo, trataba de condensarlo por escrito en las descripciones. Al principio pensaba que nadie lo leía, pero la gente me empezó a escribir diciéndome que les hacía sentido o me hacían algún comentario.
A mí me parecía muy sorprendente que gente me escribiera, incluso de otras partes del mundo, diciéndome lo mucho que les había significado esa cosita pequeña que yo había expresado.
Me di cuenta que eso permitía que la fotografía no sólo se quedara en la imagen, sino que generaba un espacio para el diálogo.
—¿Recuerdas alguna reflexión en particular?
—Una vez compartí un vídeo sobre un carpintero negro. Los carpinteros tienen un oído muy bueno, entonces ellos escuchan la madera. Según cómo suena el tronco es un buen árbol para alimentarse o no. Cuando ya ese árbol no les sirve se cambian a otro y así van.
Los animales trabajan a puro instinto y el instinto finalmente es la asertividad que tú tienes para llevar tu vida. Los seres humanos a veces tenemos el instinto un poquito pisoteado y no hacemos caso a las cosas que nos está diciendo nuestro cuerpo. Entonces, yo hice la reflexión de que el comportamiento del carpintero nos puede enseñar sobre la importancia de irse a tiempo de los lugares para poder seguir con nuestras vidas.
Me empezaron a llegar comentarios, sobre todo de mujeres que habían sufrido violencia doméstica. Hablaban sobre lo mucho que les había costado salir a tiempo de una relación para salvar su vida.
Observando la naturaleza podemos encontrar respuestas que hemos estado buscando para poder llevar mejor nuestras vidas.
—¿Cuál ha sido una respuesta importante en su vida?
—Cuando estoy al lado de un animal, fotografiándolo, puedo estar maravillado, pero él está viviendo su vida y no está ni remotamente interesado en mí. El animal no se preocupa de ser inmensamente hermoso, lo es y le da igual. Al animal no le importa si es que está haciendo tal pose y no está preocupado de comportarse de una manera en particular para maravillarme a mí, él está preocupado por su propio desarrollo.
Ese desprendimiento de la opinión del otro es algo que admiro mucho. El hecho de que un animal tenga completa indiferencia hacia ti, me hace pensar que uno solamente debiese preocuparse en desarrollar su mundo interior. No prestar tanta atención a lo que los demás piensen de ti o no estar preocupado porque hacemos ciertas cosas que quizás son diferentes a lo que hace la mayoría.
La manera en la que quiero llevar mi vida la he resignificado mucho a través de observar ese comportamiento.
—¿Cree que los seres humanos necesitamos estar más frecuentemente en la naturaleza?
—Mucha gente que vive en ciudades grandes dedica poco espacio para sí misma. La naturaleza te puede otorgar silencio y soledad, cosas que a veces se ven como algo negativo, pero que son necesarias para encontrar esos espacios de conexión con nosotros mismos. No hay que ser alguien muy instruido para poder empezar a sentir los beneficios de estar en la naturaleza. La idea de que la naturaleza es bella es algo muy transversal. Yo creo que es muy poca la gente que diría no la encuentra bonita. En general, el ser humano se conmueve con ella y una idea que me gusta hacer resonar como una explicación de por qué ocurre eso, es que cuando observamos belleza en la naturaleza también observamos el reflejo de lo que hay dentro de nosotros mismos.
*Imagen principal: Francisco Vera de @coyhaiquefaunastico.