A pesar de que la cueva Cliff en el condado de Saint Louis, Misuri (Estados Unidos), estuvo cerrada al acceso humano durante 30 años, recientemente se ha descubierto que el agua y los sedimentos de este sistema contienen concentraciones alarmantes de microplásticos.
El descubrimiento se logró gracias al trabajo de la doctora Elizabeth Hasenmueller, profesora asociada de Ciencias de la Tierra y de la Atmósfera y directora asociada del Instituto AGUA de la Universidad de Saint Louis, y su equipo. Utilizaron la cerrada cueva como un ambiente aislado para medir hasta qué punto los microplásticos han penetrado en el medio ambiente, específicamente en los sistemas acuáticos subterráneos.
Microplásticos en los rincones más remotos
La presencia de microplásticos en lugares remotos, como esta cueva, es un fenómeno sorprendente que desafía nuestra intuición inicial. Pero estos diminutos fragmentos de plástico se han encontrado en lugares tan distantes como las cimas de montañas y las nubes, además de ingresar en nuestros cuerpos, incluyendo el sistema sanguíneo y el corazón.
Lo que hace excepcional este hallazgo es la insolación durante las tres décadas anteriores a esta investigación, lo que sugiere que nuestros productos de desecho, como los microplásticos, están llegando a lugares donde la intervención humana se consideraría imposible.
"Muchas investigaciones se han centrado en las aguas superficiales. Sin embargo, una de las áreas menos estudiadas en este campo se refiere a lo que ocurre en el subsuelo en términos de contaminación por microplásticos", aseguró Hasenmueller.
"Estas partículas podrían llegar a las aguas subterráneas, un recurso habitual de agua potable, o a las cuevas, donde existen ecosistemas frágiles. Durante los últimos años, mi equipo de investigación se ha centrado en intentar comprender la prevalencia y el transporte de microplásticos en estos entornos subsuperficiales", agregó.
La investigación, que se originó en el grupo de investigación de Hasenmueller y en la clase de Hidrología Kárstica, permitió a los estudiantes del equipo participar en investigaciones de campo y publicar sus hallazgos y conclusiones en Science of the Total Environment y en Water Research.
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Microplásticos
Los microplásticos son partículas diminutas, definidas técnicamente como aquellas con un diámetro inferior a 5,0 milímetros, lo que las hace invisibles a simple vista y, paradójicamente, las convierte en una amenaza significativa. Estas minúsculas partículas se infiltran en nuestra cadena alimentaria, contaminando tanto nuestros alimentos como los de otras criaturas, desencadenando peligros para la salud y el equilibrio ecológico.
¿Cómo llegaron los microplásticos la cueva Cliff?
A pesar de que la cueva está cerrada al público desde 1993, su proximidad a una zona residencial ha permitido que los microplásticos se filtren, convirtiéndola en un valioso caso de estudio sobre la influencia de las actividades humanas en los ecosistemas cercanos.
Las muestras tomadas revelaron la presencia de microplásticos en todas partes, siendo las mayores concentraciones encontradas cerca de la entrada y en los sedimentos, impulsados más profundamente por el flujo del agua. Sorprendentemente, el 99 % de los microplásticos se encontraban en el sedimento, indicando que estos diminutos contaminantes están siendo depositados a largo plazo, incluso después de que el agua se retire.
Durante el flujo de base, el equipo contó 9,2 microplásticos por litro (35 por galón), pero esta cifra aumentó a 81,3 por litro durante las inundaciones.
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Terrenos kársticos
El estudio destaca la amenaza especialmente grave que enfrentan los sistemas kársticos, propensos a la formación de cuevas, debido a su rápida circulación de agua a través de grandes aberturas. La Dra. Hasenmueller advierte sobre la urgencia de abordar este problema y propone la eliminación de la ropa sintética, una fuente significativa de estas fibras microscópicas. Además de impactar el entorno de la cueva, los microplásticos también amenazan la fauna que habita en ella, desde murciélagos hasta anfibios, alterando sus delicados hábitats.
Esta investigación subraya la necesidad de una mayor exploración en los ecosistemas subterráneos para comprender completamente el alcance del problema de los microplásticos, según Hasenmueller. Además, destaca la importancia de tomar medidas concretas para proteger estos frágiles hábitats de contaminantes emergentes, asegurando así un futuro sostenible para estos ecosistemas subterráneos únicos y las especies que dependen de ellos.
Editado por Felipe Espinosa Wang.