Brasil es uno de los mayores consumidores de pesticidas del planeta. Según el documental El veneno está en la mesa, es el mayor consumidor de pesticidas del mundo desde 2008. Tiene más de 400 tipos de pesticidas registrados como insecticidas, fungicidas y herbicidas; muchos de ellos prohibidos en el resto del mundo.
En este contexto desalentador, sin embargo, hay muchas personas que luchan para poder tener una alimentación más saludable, para crear conciencia y para intentar frenar el avance de una agricultura tóxica, con la esperanza de que la unión de algunas personas puede combatir a todo un sistema que intenta imponerse.
Una de ellas es Ana Primavesi. Su historia es muy especial, ya que tiene 95 años, y lleva 70 trabajando para promover la agricultura orgánica en su país.
Ana es ingeniera, nació en Austria y llegó a Brasil con su marido y sus tres hijos en 1949, luego de tener que exiliarse de su país.
La familia se instaló en Santa María, en el estado de Río Grande do Sul, para ganarse la vida con la agricultura. Al poco tiempo, Ana empezó a escribir y publicar manuales prácticos sobre temas ligados a la gestión orgánica y ecológica de los cultivos, como el control de la erosión del suelo. Sin que ella lo esperase, sus libros comenzaron a volverse muy populares.
Ana se proponía cultivar de manera exclusivamente orgánica, sin químicos, pesticidas y ningún tipo de agrotóxico, y enfrentó todos los desafíos que se le impusieron en el camino, llegando a tener muy grandes logros.
Por ejemplo, en 1955 enfrentó la casi imposible tarea de producir trigo de calidad en un terreno ácido y probre. Gracias a su creatividad en la aplicación de procesos innovadores y biológicos, lo consiguió, creando su propio humus y estudiando las mejores maneras de incrementar la actividad biológica del suelo y restablecer el equilibrio del agua, los nutrientes y la temperatura de la tierra.
Esta mujer se convirtió en un ejemplo para todos, porque ha dedicado su vida no solo a cultivar de forma orgánica simplemente porque estaba convencida de corazón de que era lo mejor, sino porque también en ese camino enseñó a todos los agricultores brasileños con los que se cruzó en la vida para que pudieran hacer lo mismo.
Ana ha escrito 11 libros y ha recibido el One World Award, uno de los más importantes premios en materia de ecología. Es la primera brasilera (nacionalizada por elección) que ha sido reconocida con ese galardón.
Todas las personas tenemos un don o una facilidad en ciertos temas o aspectos que puede ser una semilla para cambiar el mundo. En el caso de Ana, su interés y pasión están enfocados en la agricultura y su grano de arena para hacer de éste un mundo mejor, estuvo en estudiar, durante toda su vida, las complejas relaciones existentes entre el suelo, las plantas y el clima y en convertir esa información en una herramienta que pudiera mejorar la alimentación, la salud y la vida de todos los habitantes de su país, y por qué no, del mundo entero.
No importa cuál sea nuestra vocación; todos podemos aprovecharla para hacer un cambio positivo en el planeta, para ayudar a otras personas y para que nuestra vida, como la de esta mujer, tenga un sentido.