Las centrales eléctricas de carbón dañan el clima y contaminan el aire, pero tienen una ventaja, desde el punto de vista de los proveedores de electricidad: se pueden aumentar o reducir de forma flexible en función de la demanda de electricidad. En cambio, en el caso de los aerogeneradores y las centrales solares, el tiempo y la hora del día determinan la cantidad de electricidad que pueden generar. El nivel de suministro en un momento dado sólo puede predecirse con poca antelación, lo que supone uno de los mayores retos de la transición energética.
La situación es distinta en las centrales mareomotrices, donde es posible calcular con años de antelación cuánta electricidad suministrarán y cuándo, ya que este valor está directamente vinculado al flujo y reflujo de la marea. Hay mucho que considerar con esta joven tecnología, que actualmente sigue siendo bastante más cara que la electricidad de origen eólico, y, sin embargo, podría contribuir de forma importante a la transición energética en algunas regiones del mundo.
El principio básico difiere del de las centrales mareomotrices más antiguas, como las que funcionan en Francia o Canadá. Allí la marea llena un estanque detrás de una presa, cuya agua puede liberarse luego de forma controlada y pasar por las turbinas. Este principio está asociado a graves intervenciones en los ecosistemas. Por el contrario, las centrales mareomotrices solo están ancladas en determinados puntos y tienen un impacto mucho menor en el medio ambiente.
El Reino Unido fue uno de los primeros países en conectar las nuevas turbinas a la red. Actualmente, ese país europeo cuenta con más de la mitad de la capacidad instalada en el mundo, la mayor parte de la cual se encuentra en Escocia. Nick Jenkins, profesor de energías renovables en la Universidad de Cardiff, en Gales, conoce los desafíos de la corriente mareomotriz: "La producción sube y baja considerablemente cuatro veces al día. Y sólo hay pocos lugares que son adecuados, por ejemplo, la desembocadura de los estuarios, porque se necesitan grandes velocidades de flujo". No obstante, su postura hacia las centrales mareomotrices es clara: "Tengo una visión muy positiva de esta tecnología", subraya.
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Innovación frente a las Islas Orcadas
Uno de los pioneros en este campo se llama Orbital Marine Power. Esta empresa escocesa puso en funcionamiento en 2021 su primera central eléctrica de corriente mareomotriz en las islas Orcadas. Y hay más proyectos en marcha. "El Reino Unido, como archipiélago insular, es una muy buena región del mundo en ese sentido, con corrientes rápidas, particularmente en el norte de Escocia", explica su fundador y director ejecutivo, Andrew Scott. "Aquí fluye mucha agua desde el Atlántico Norte hacia el Mar del Norte y regresa dos veces al día", agrega. En el lugar situado frente a la isla de Eday, en las Islas Orcadas, el agua recorre regularmente más de tres metros por segundo, condiciones ideales para la nueva tecnología.
El desarrollo de Orbital Marine Power se llama O2 y tiene el aspecto de un avión con un fuselaje de 74 metros de largo flotando en la superficie del agua. Las grandes hélices están unidas a las alas y quedan bajo el agua durante su funcionamiento. En la corriente, los rotores de 20 metros de diámetro giran como una turbina eólica. "Los componentes de nuestra máquina también son muy similares a los de las turbinas eólicas, porque cumplen la misma función", afirma Scott en entrevista con DW.
"El reto técnico son sólo los detalles que diferencian la corriente mareomotriz de la eólica", añade. Con un megavatio de potencia por turbina, Orbital Marine Power anuncia su desarrollo como la central eléctrica de corriente mareomotriz más potente del mundo.
Nuevas centrales eléctricas en proyecto
En la sede de la empresa en Edimburgo se siguen optimizando los detalles de la tecnología y se están planificando otros proyectos: se instalará una segunda central eléctrica junto a O2, y se están planificando otras ubicaciones frente a Gales y en el Canal de la Mancha. El Gobierno británico subvenciona incluso otras dos turbinas en las Orcadas. Este año, la novedosa tecnología se incluyó en las licitaciones ordinarias para el desarrollo de energías renovables. El gobierno garantiza a las empresas casi 200 libras (227 euros) por megavatio de hora de electricidad producida.
Sin embargo, la tecnología de las corrientes mareomotrices aún no ha superado todos sus problemas iniciales: en agosto, la empresa emergente escocesa Sustainable Marine Energy Ltd tuvo que declararse en quiebra después de que las autoridades canadienses no aprobaran un proyecto frente a la provincia de Nueva Escocia, por temor al daño de las poblaciones de peces locales.
El director general de Orbital Marine Power lo considera irónico: "Intentamos aportar soluciones al problema subyacente del cambio climático con energías renovables. Pero como no podemos dar garantías sobre el impacto individual en un lugar, no se avanza", afirma Andrew Scott.
Scott admite que la industria mundial de la energía mareomotriz nunca será tan grande como la energía eólica: "Pero para nosotros, como empresa individual, esta es una oportunidad muy importante, con el potencial de crear miles de empleos sostenibles en fabricación, mantenimiento y operaciones". Y para la transición energética en su conjunto, esta tecnología también podría resultar una buena opción.
Fuente: DW.