Si quieres comenzar a cultivar en tu propio huerto, el sistema de fardos es una opción ideal, especialmente si recién comienzas, ya que además de ser rápido, necesita menos riego y cuidados que otras técnicas convencionales. Además, no precisas disponer de un jardín, ya que también pueden utilizarse en terrazas o balcones.
Si bien no es muy popular, este sistema está sumando adeptos, especialmente para el cultivo de tomates, ya que los fardos de paja generan un entorno perfecto para su crecimiento. Aunque te parezca imposible, tus plantas podrían llegar incluso a medir ¡más de 3 metros de altura! Y además, estarás disfrutando del sabor de la fruta cultivada de manera orgánica y natural por tus propias manos.
Ventajas del cultivo en fardos
-Requiere un sencillo mantenimiento por eso es ideal para principiantes o para quienes no dispongan de mucho tiempo para dedicarle a sus plantas.
-No es necesario preocuparse por hierbas no deseadas o maleza.
-Puedes cultivar aunque no dispongas de un suelo apto para cultivo como la arena o el concreto.
-Los cultivos pueden moverse en caso de ser afectadas por alguna plaga, enfermedad o bajas temperaturas.
-Pueden colocarse en diferentes alturas para cultivarlos fácilmente en caso de personas con problemas para agacharse o arrodillarse. Además se puede incorporar a huertas convencionales, crear microecosistemas y aprovechar mejor el espacio en diferentes alturas.
-Requiere menos riego que otros sistemas de cultivo.
-Es un sistema con retro alimentación, ya que al terminar la temporada de cosecha servirá para preparar el compost necesario para el próximo cultivo.
1. Elige y dispone los fardos en tu jardín
Lo primero que debes hacer si quieres cultivar tomates usando este sistema es conseguir los fardos de paja. Elige fardos de trigo, avena, centeno o cebada orgánica libre de pesticidas, ya que si utilizas los de pasto pueden traer semillas que luego crecerán entre tu cultivo. Una vez que los consigas, guárdalos en un lugar seco o cúbrelos para usarlos en primavera.
Cuando llegue el momento de cultivar, escoge un lugar en tu jardín que reciba la luz del sol. Remueve el césped para que las malezas no crezcan o bien cúbrelo con una capa de aserrín o madera triturada.
Si los fardos no están sujetos entre sí, hazlo colocando alambres para mantener la forma cuando comiencen a descomponerse.
La parte del fardo con la paja más estrecha debe quedar en la parte de arriba, ya que de esa manera el agua de riego penetrará bien. Resulta más efectivo poner este lado boca arriba que el otro en el que la paja está doblada sobre sí misma.
2. Ríegalos con abundante agua
Una vez dispuestos, riégalos bien hasta humedecerlos por completo.
3. Coloca tutores
Dado que la base sobre la que crecerán tus tomates no será muy firme, es recomendable que instales tutores para ayudar a la planta a mantenerse erguida durante su crecimiento. También puedes aprovechar las guías para colocar un cobertor y hacer un invernadero que proteja tus tomates del frío.
4. Planta en los fardos
Unos días antes de plantar debes preparar los fardos de paja. Para eso, durante los 3 primeros días mantenlos siempre húmedos. Del día 4 al 9 sigue con el riego pero agrega buena cantidad de compost en los fardos. A partir del día 10 sigue mojando los fardos de manera copiosa para que todo el compost penetre entre la paja.
Luego, para plantar las plántulas (planta en sus primeros estadíos de desarrollo) de tomate quita un poco la paja y realiza un pequeño hueco con las manosde unos 30 cm de diámetro y 30 de hondo. Agrega compost y coloca tu planta presionando levemente con las yemas de los dedos en todo el área que la rodea. Por último, riega bien.
Si quieres sembrar semillas es recomendable realizarla en semilleros y luego traspasarlo a los fardos.
5. Cosecha tus propios tomates
¡Y listo! Con sólo humedecer regularmente la paja tendrás un pequeño terreno de cultivo donde tus plantas crecerán a salvo y te darán unos deliciosos tomates orgánicos.