La energía eólica es uno de los mayores logros para combatir el cambio climático y avanzar social y tecnológicamente. La producción de energía alternativa ya es una realidad en gran parte del mundo y ni siquiera se trata de algo nuevo. Basta con ver a México, donde desde 1994 existe registro de parques para la producción de energía eólica.

Hoy México tiene una inversión de más de 6 mil millones de dólares y más de 1,400 aerogeneradores operando. Sin embargo, uno de los sitios en los que la calidad del viento permite producir más energía que casi cualquier otro lugar del mundo es en Oaxaca.

El Istmo de Tehuantepec, una zona llena de historia, cultura y también lucha, se encuentra de nuevo bajo la mirada pública, pues desde la llegada de la energía eólica al país, ese destino, perfecto para producirla, ha traído cientos de historias de desplazamiento, desalojo y autoritarismo.

Hay quienes lo llamaron una nueva conquista, pues muchas empresas son españolas y llegaron a una zona donde muchas comunidades son indígenas, expropiaron sus tierras y los obligaron a salir del que ha sido su hogar durante generaciones.

A pesar de distintos conflictos ocurridos en 2014, los parques siguen creciendo en Oaxaca. La resistencia ha tomado las calles, ha intentado dialogar con el gobierno y las transnacionales que afectan su territorio y han sido rechazados en distintas ocasiones. Esto ha dado paso al surgimiento de distintas ONG’s que buscan dar voz a los más afectados.

La energía eólica tiene muchos puntos a favor, pero es lamentable que en un país tan rico como México se destruya la cultura de los pueblos originarios por la insistencia de empresas cuyo único fin es lucrar sin preocuparse por quién sale lastimado en un escenario que saben que pueden ganar fácilmente.

Fuente: Pixbay

Según el sitio Sin Embargo:

“Este proceso de consulta en el Istmo de Tehuantepec, se desarrolla dentro de un contexto de imposición […] No solo se está violando el derecho a la consulta, también el del derecho al territorio, a usar sus recursos naturales, su derecho a decidir sus prioridades de desarrollo. Esa gama se ha violentado por la exposición desenfrenada de estos parques que se venden con el título de energía alternativa, pero que detrás se mueve un gran negocio de quienes financian los proyectos”.

Se debe alentar la producción de energía alternativa que promueva el progreso, pero nunca se debe dar prioridad a una agenda que para lograr eso ante unos, destruye la cultura y el ecosistema de otros, mucho menos de los que han sido ignorados a lo largo de la historia.

Fuente:

Sin Embargo