Voces de alarmas se levantan en Cataluña. Esa región de España se muere de sed. Los paisajes catalanes exhiben campos yermos, bosques resecos y pantanos al 18%. La pandemia y la sequía se combinaron durante los últimos años.
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Un sequía que llega a tres años
Desde finales de 2020, las temperaturas ascendieron y las lluvias se minimizaron. Los embalses catalanes están sedientos: solo llegan a un 25% de su capacidad. La poca pluviosidad es algo que ha tomado a muchos de modo inesperado.
Pero, esta sequía se combinó con otro factor: en 2020 el coronavirus opacaba otras emergencias. La poca cantidad de lluvias quedó como algo en segundo plano, ya que la gente estaba encerrada en sus hogares cumpliendo cuarentena.
La pandemia no fue un escenario prudente para pedir a las ciudadanos que economizaran agua. Además, se necesitaba lavar todo y ser muy higiénicos. Es así como las reservas acuíferas se gastaron sin que la lluvia regresase.
¿Cómo afecta la escasez de lluvias a Cataluña?
Va mucho más allá de girar el grifo y que no salga agua. La población es sometida a necesarios racionamientos. A su vez, ha sido traer agua de otras localidades para los hogares. Pero, hay muchos vestigios de la sequía en el paisaje.
- Las montañas y paisajes resecos muestran mucho musgo reseco. Este musgo se expandía por rocas, terrenos, árboles, etc. La ausencia de musgo repercute en el ecosistema en general
- Hay una evidente ausencia de setas, las cuales solían formar parte de la gastronomía lugareña. Además, la recolección y comercio de setas es algo inherente a la cultura catalana.
- En los bosques se aprecian gran cantidad de árboles muertos y troncos caídos. Un paisaje alicaído, que contrasta con las postales de otras épocas.
- Se ha diagnosticado una sequía edáfica: un déficit de agua en la zona radicular, lo cual hace que las raíces también se resequen, causando la muerte de la vegetación.
- Tanto los suelos forestales como los agrícolas no están en capacidad de producir. La industria de la madera tardará en recuperarse, al igual que los diversos cultivo.
- Hay un déficit hídrico en la cuenca catalana, donde los ríos y aguas subterráneas apenas logran mantenerse.
- Se habla de la ruina de los olivares, no hay aceitunas. Este cultivo es el más afectado, temiendo que se pierdan cepas de aceitunas tradicionales.
- También, hay alarma en las vendimias: solo se ha cosechado una cuarta parte de las uvas anuales. Se prevé que para el 2024 se disminuya aún más las cosechas de uvas y muchos viñedos terminen en bancarrota.
- En delta del Ebro está en niveles muy bajos, por lo que los cultivos de arroz no alcanzan para ser expendidos fuera de Cataluña, afectando la economía local.
- Hay un aumento del precio del pienso. Para mantener la ganadería, ha sido obligatorio importar piensos en vez de usar los de producción local.
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¿Cuando volverá a llover en Cataluña? No es posible saberlo, ya van tres años en que la pluviosidad es mínima. Lo peor es que esta circunstancia se combina con un verano de 2023 con temperaturas elevadas.
Fuente: EL CONFIDENCIAL