Puede que alguna vez te hayas planteado la idea de tener tu propio huerto en casa; o puede que no. Pero en ambos casos, lo tengas o no, debes saber que cultivar tus propios alimentos puede aportarte muchos beneficios, tanto para ti como para el ambiente, que quizás no conocías.
No es necesario vivir en medio del campo o tener un gran jardín. Existen muchas posibilidades para crearlo en patios, terrazas y balcones en la ciudad.
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¿Por qué es bueno tener tu propio huerto? Léelo en esta nota y anímate al desafío de convertirte en tu propio proveedor de alimentos.
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1. Pasas tiempo al aire libre
Ocuparte de tu propia huerta te permitirá pasar tiempo al aire libre y evitar el sedentarismo. Trabajar la tierra implica movimiento, por eso fortalece los músculos y distiende tensiones. Además, te ayudará a concentrarte, estimular tu creatividad, despejar la mente y aliviar el estrés.
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2. Consumes productos locales
Al cultivar y cosechar tus propios alimentos evitas el transporte, con lo cual no solo reduces gastos, intermediarios y emisiones a la atmósfera a causa de los transportes, sino también que conservas la calidad nutritiva de los vegetales que muchas veces, debido a los traslados (y las formas de conservación en ellos) pueden alterarse.
Además, al tener tu propia huerta estarás más informado respecto de cuáles son los vegetales y frutas de estación; no forzando otras especies y ayudando a mantener las variedades locales.
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3. Cuidas el ambiente
En la mayor parte de los casos, los alimentos que llegan a los mercados pueden viajar largos kilómetros, pasando por distintos métodos y proceso de conservación, almacenamiento y distribución; lo que genera un aumento de costos: no solo a nivel económico sino también ambiental (produce una mayor huella de carbono).
Cualquier cultivo, por el contrario, aumenta el espacio verde en las ciudades, ayuda a oxigenar el aire, reducir los ruidos y contrarrestar la contaminación.
Por otro lado, como sucede con los cultivos agroecológicos, evitas el uso (o bien el abuso) de sustancias tóxicas como pesticidas o herbicidas, que generalmente se utilizan en los cultivos masivos, provocando graves efectos para la salud.
4. Comes orgánico, ¡gratis!
Una huerta agroecológica es aquella que implica una producción sustentable, un manejo racional de los recursos naturales, y la protección de la diversidad natural.
Al cultivar tus propios alimentos y escoger fertilizantes naturales, por ejemplo, o compost como abono, evitas el uso de agro-químicos, pesticidas dañinos y conservantes, y los vegetales van directo de la huerta a tu mesa.
La mejor noticia es que comer orgánico, algo que aún no es una opción muy económica, ¡aquí es directamente gratis! Y que además puedes complementar tus alimentos con plantas aromáticas e incluso medicinales que tú elijas.
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5. Ayudas a crear comunidad
Si cultivas orgánico y no consumes todo lo que cosechas puedes intercambiar con otros que también lo hagan. Además, contagias a otros, incluso al interior de tu misma familia o grupo de amigos. Contagias buenos hábitos e incitas a otros a tomar conciencia de la alimentación que llevamos. Tal vez hasta puedas generar que en algún espacio común de tu vecindad decidan armar una huerta comunitaria y así autoabastecerse de alimentos.
Además, los huertos urbanos construyen soberanía alimentaria, fortalecen las relaciones humanas y generan sentido de comunidad.
6. Te vuelves más autosuficiente
Tener una huerta te dará seguridad alimentaria y capacidad de autoabastecimiento, aún en tiempos difíciles.
7. Sabes lo que consumes
Comiendo lo que cosechas sabes bien qué es lo que consumes, ya que eres tú quien cuida la tierra y a tu cuerpo, evitando consumir químicos.
Esto te dará una mayor calidad de vida y a su vez tendrá un efecto de contagio hacia otras áreas de tu vida. Verás que también comenzarás a revisar otros de tus hábitos más cotidianos.
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¿Te animas a intentarlo?
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