Estos alimentos son verdaderos tesoros de la naturaleza. Y es que en ellos residen nutrientes necesarios y saludables para el ser humano. Si sigues una alimentación basada en plantas o simplemente quieres incorporar las propiedades de estas maravillosas formas de vida, te enseñamos a activar semillas y frutos secos para aprovechar sus múltiples beneficios.
¿Por qué debemos activarlos?
Es conocido que tanto los frutos secos como las semillas generan vida y además transmiten energía a quien las consume. Pero al ser extraídos de la naturaleza, sus niveles energéticos quedan contenidos.
En ese sentido, todas las plantas han desarrollado sistemas que les facilitan la autoprotección: algunas semillas se protegen con cáscaras, vainas o capas de celulosa, así como también con frutos muy conocidos, como el tomate. Estas cáscaras y elementos sirven a modo de barrera para evitar la germinación de semillas en medios adversos.
Es por eso que debemos activar semillas y frutos secos, para permitir su digestibilidad y aprovechar todas sus propiedades latentes.
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Una barrera más: los anti-nutrientes
No sólo las cáscaras y cortezas los protegen. También existen componentes que resguardan que proliferen en sitios no convenientes: los anti-nutrientes, llamados así debido a que no permiten que aprovechemos todos sus beneficios, vitaminas y minerales.
Algunas de estas sustancias son el ácido fítico, inhibidores enzimáticos, taninos, polifenoles, oxalatos y micotoxinas. Todos estos pueden impedir la asimilación de minerales, proteínas y grasas buenas. Incluso puede que algunos, como los polifenoles, te suenen muy bien ya que son antioxidantes y protegen la salud, pero en su cara negativa bloquean la absorción de cobre y hierro, dos minerales fundamentales.
¿Cómo los activamos?
Todo en la naturaleza posee inteligencia propia y por eso es muy fácil lograr que los frutos secos y semillas recuperen la energía original que poseen: con tan sólo remojarlos en agua activamos sus enzimas para facilitar la digestibilidad y mejorar sus propiedades.
Luego de haberlos remojado, el proceso sigue al colarlos para quitarles el agua sobrante y puedes: o bien comerlos enseguida o guardarlos hasta tres días en la heladera así se mantienen frescos.
Los anti-nutrientes se neutralizan en entornos de humedad y calor que permiten la germinación de las semillas. Al remojarlas en un ambiente templado, se simula el riego de las lluvias, favoreciendo su crecimiento y despliegue.
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¿Qué alimentos activar?
Tanto las legumbres como los frutos secos, las semillas y algunos cereales deben ser activados. Sin embargo, no todos de la misma manera ni por la misma cantidad de tiempo:
- Las legumbres al remojarlas aumentan su tamaño, por lo que se recomienda poner cuatro partes de agua por una parte de legumbres, durante 24 horas.
- Los frutos secos como las almendras y las nueces poseen gran cantidad de fitatos y taninos, por lo que es necesario activarlos. Lo ideal es dejarlos en remojo entre 4 a 6 horas en agua tibia, con una cucharada de sal marina por cada litro de agua.
- Las semillas se ponen en remojo en agua con sal durante 2 a 4 horas. A excepción de las semillas de chía y las de lino, que no deben ser remojadas ni activadas previamente.
- Los cereales como la avena y la quinoa se activan en agua templada con jugo de limón o vinagre de manzana, aproximadamente una cucharada por taza de agua, durante 4 a 8 horas. Esto favorece la asimilación de proteínas y nutrientes.