Remotamente ubicado en el lejano occidente de la cuenca del Nilo y a escasos 50 kilómetros de la frontera con Libia, nos sorprende uno de los rincones desérticos más mágicos de Egipto. Comúnmente olvidado en las rutas debido al complejo acceso o al desconocimiento, el Oasis Siwa es un enclave envuelto en dunas y palmerales muy apartado de las aglomeraciones. Como si de un espejismo se tratara es un entorno ideal para saborear la auténtica cultura y forma de vida bereber.

La subsistencia en este inhóspito lugar es posible gracias a más de 300 pozos y manantiales, los cuales contribuyen activamente en el crecimiento de más de 300.000 palmeras y 70.000 olivos. Este singular paraje está situado en una profunda depresión que se hunde hasta 19 metros bajo el nivel del mar.

Hasta hace relativamente poco la región permanecía inalterada y oculta al viajero, pero la implementación de vías de conexión con El Cairo, Marsa Matrouh o el Oasis de Bahariya a partir de 1984 y la cancelación de la necesidad de permiso militar para la visita en 1992, han favorecido su apertura al exterior.

Sigue leyendo: El síndrome de Stendhal o de los viajeros extremadamente sensibles

shutterstock_1267679413

Una de las opciones más usadas para llegar a Siwa, si bien no la más cómoda, es tomar el autobús nocturno que parte diariamente desde El Cairo. La fortaleza de Shali nos recibe al amanecer. La ciudadela fue levantada en 1203 para guarecer a 40 supervivientes tras un ataque beduino al pueblo próximo de Aghurmi. Dicha fortificación fue habitada hasta 1926 cuando una sucesión de tormentas torrenciales la dejaron impracticable. Se trata de un antiguo casco histórico formado por un laberinto de casas edificadas a base de una mezcla de sal, roca y tierra o “kershef”. Pese a que en la actualidad son ruinas, conservan un encanto especial.

Si tomamos dirección norte en unos 15 minutos llegaremos a una necrópolis en un promontorio, conocida como La Montaña de los Muertos (Gebel al-Mawta). La misma contiene numerosas tumbas de la dinastía XXVI (664 a.C.-525 a.C.) y ptolemaica (305 a.C.-30 a.C.), pudiendo destacar cuatro: Si-Amón, Mesu-Isis, Niperbathot y la tumba de los cocodrilos, todas ellas decoradas con pinturas temáticas.

El Templo y Oráculo del dios Júpiter-Amón son los siguientes destinos del día, los cuales eran en el pasado las principales razones para acudir hasta aquí. Los senderos de tierra nos conducen inesperadamente al famoso santuario que el mismísimo Alejandro Magno recorrió allá por el año 332 a.C, para dilucidar si era o no hijo de Zeus.

Según cuenta la leyenda, el oráculo profetizó que Alejandro gobernaría el mundo, aunque sería por un breve periodo de tiempo. Justo al lado encontramos las ruinas del templo de la trigésima dinastía de Amón. Desde la cima podemos disfrutar de unas deslumbrantes vistas de los jardines de palmeras y los lagos que custodian Siwa. Hallarnos en lugares con tanto valor histórico y cultural, nos obliga a detenernos por unos segundos y observar cada piedra con fascinación.

Sigue leyendo: Las islas Poor Knights, el auténtico edén de los buceadores en Nueva Zelanda

La inercia nos lleva hasta “Cleopatra’s Pool”, uno de los mayores atractivos de la zona. Es una piscina con forma circular construida en piedra, la cual se nutre de aguas termales cristalinas. Según los locales la gran Cleopatra, gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, se bañó en sus saludables aguas y desde entonces el manantial fue bautizado con su nombre.

Un poco más adelante divisamos el Lago Salado. Como bien indica su nombre, posee propiedades similares a las del famoso Mar Muerto de Israel, aunque aquí la sensación de flotabilidad es incluso mayor debido a la mayor concentración salina.

Aproximadamente a 55 minutos a pie en dirección oeste desde el centro, una opción interesante es el paseo hasta Fatnas Island, desde donde podemos contemplar un precioso atardecer con vistas a la laguna y las palmeras que lo envuelven.

Si aún tienes ganas de más, otra excursión recomendable son los baños termales de Bir Wahed. Están localizados a unos 15 kilómetros al sureste del municipio y la única forma de acceder es de la mano de un especialista y su 4x4. Relajarse en sus aguas naturales, las cuales alcanzan los 39°C y contienen minerales beneficiosos para la piel y enfermedades reumáticas, y ver la puesta de sol sobre las dunas son simplemente experiencias insuperables.

En ocasiones, desviarse de las rutas habituales puede ser la mejor decisión para comenzar una aventura diferente. Sin duda, Siwa y sus alrededores brindan ese ambiente atípico que el trotamundos intrépido persigue.

“The man that helps others will be helped by others in his time of need”

-Egyptian proverb-