Agotado del trabajo para el que había estudiado, Walter Chang decidió que era hora de viajar. Durante casi un año durmió en las casas de sus amigos, trabajó horas extras y vendió gran parte de lo que poseía. En 2011, el joven se embarcó en un avión y emprendió un viaje que duraria 3 años y en el cual recorrería 60 países.
Según cuenta Walter, "andar con presupuesto de mochilero por todo el mundo puede ser muy frustrante. Anduve a dedo, me alojé por la noche en muchos aeropuertos, dormí fuera en los parques y acampé. Me robaron de todo en Chile y mi cámara de fotos se arruinó por el agua en Uganda. Incluso casi me muero cuando mi coche volcó en los desiertos de Namibia".
Sin embargo, cuenta que todos a quien conoció, estaban dispuestos a hacerse amigos de él, llevándolo a hacer tours por sus ciudades o dándole al joven un lugar para dormir. Walter agrega: "Viajar nos mantiene alerta sobre nuestras diferencias y nos impide tomar el camino más fácil, de mente cerrada. Espero llegar a un público fuera de mi comunidad inmediata para inspirar a otros a viajar".
Ciertamente una ventaja del mundo globalizado es la posibilidad de ponerse en contacto con otras culturas y con esa oportunidad, poder ser capaces de calzarse los zapatos de otro, empatizar y comprender cuáles son los desafóps y virtudes que tienen otros seres humanos que habitan el mismo planeta.