Artículo original de www.infoviajera.com
En un continente tan amplio como es Europa, elegir solamente cinco capitales para visitar es una tarea muy difícil. Pero como muchos viajeros se ven en esta encrucijada cuando emprenden su primera aventura al viejo continente, vamos a colaborar un poco contándoles sobre nuestras capitales favoritas.
No incluimos algunas que también pueden merecer la pena, como Madrid, pero si quieres puedes encontrar aquí pasajes para conocerla.
1. Lisboa, Portugal
Una perlita de Europa que no suele ser muy nombrada. Es una ciudad de desniveles, fundada sobre siete colinas, al igual que Roma. Una de ellas está dominada por el imponente Castillo de San Jorge, presencia siempre visible que le otorga un aire medieval.
También es la ciudad de los azulejos, que revisten las fachadas de viviendas y edificios y frecuentemente conforman murales que cuentan fragmentos de su milenaria historia. Antigua capital de un imperio, punto de partida de expediciones que cambiaron para siempre la visión del mundo. Sus antiguos tranvías amarillos son en sí mismos una atracción.
Además del carácter amable de los lisboetas, lo económico de sus precios en relación a otras capitales de Europa colabora en que podamos recorrerla y disfrutarla sin mayores preocupaciones.
Un imperdible: El impresionante Monasterio de lo Jerónimos en el barrio de Belém.
2. París, Francia
Hay quienes la aman y quienes dicen odiarla, nosotros formamos parte del primer grupo. Nos encanta caminar por los quartiers parisinos (numerados en forma de caracol) y descubrir la diversidad de cada uno mientras probamos su excelente gastronomía o nos detenemos a apreciar su arquitectura.
Más allá de la famosa torre Eiffel y otros monumentos destacables (como el Arco del Triunfo), París tiene magia en su río Sena, en sus jardines, en sus múltiples museos de arte y mercados al aire libre. Pararse frente a un negocio o en la ribera a contemplar el río son actividades casi inevitables.
Un imperdible: el barrio bohemio de Montmartre.
3. Roma, Italia
Otra ciudad de siete colinas, clásica visita en Italia y toda Europa. No hay disenso en decir que Roma es un museo al aire libre, basta recorrer unas cuadras para encontrar ruinas de siglos atrás y despertar nuestra curiosidad histórica.
Además de ser el hogar de impactantes monumentos como el Coliseo, el Altare della Patria o el Panteón de Agripa, Roma convive con la Ciudad del Vaticano, amurallada cerca de uno de los márgenes del río Tíber. La plaza y la basílica de San Pedro sorprenden al viajero por sus dimensiones y ornamentos. Si van por allí, recomendamos reservar con tiempo la visita a la necrópolis vaticana (info acá).
Un imperdible: caminar sin rumbo por Trastevere.
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4. Londres, Inglaterra
Una de las capitales más heterogéneas que conocimos en Europa. En ella conviven edificios con 500 años de historia y obras arquitectónicas del siglo XXI. Uno de estos contrastes se puede ver en la zona llamada The City, donde la cúpula de la catedral de St Paul’s comparte el paisaje con 30 St Mary Axe y el edificio del Sky Garden.
En la gran diversidad de Londres, hay opciones para todos los gustos: caminatas relajadas por las orillas del río, pubs para comer y beber cervezas ale al mejor estilo inglés, excelentes tiendas para ir de compras, abadías y catedrales, ruinas romanas, parques con estanques para ir a nadar, mansiones y castillos.
Un imperdible: el mercado de Camden (Camden Market).
5. Atenas, Grecia
La primera sorpresa de llegar a Grecia es mirar los carteles y no entender qué dicen. Y la fascinación sigue así: el alfabeto griego, la Acrópolis dominando la vista de la ciudad, las casitas típicas en el barrio de Plaka, el puerto Piraeus, los olivos dando sombra en las calles, las subidas y las bajadas.
Una visita a Atenas tendría que incluir obligatoriamente una tarde para subir a uno de los montes y ver caer el sol desde la altura. Nosotros disfrutamos muchísimo el mirador del monte Licabeto y la caminata para llegar a él.
Aunque Atenas puede verse un poco alejada en el mapa de Europa, llegar hasta allá no es tan difícil como parece. Hay vuelos de bajo costo desde Italia que tardan aproximadamente una hora y ferries con camarotes que conectan ambos países.
Un imperdible: sentarse a comer en un restaurante típico en Plaka.
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