Si buscamos el significado de la palabra "herbicida" nos encontraremos con definiciones que lo describen como algo "que sirve para impedir el desarrollo de las hierbas perjudiciales que crecen en un terreno". ¿Qué malo podría tener esto? Pareciera que ninguna. Quien sabe de cultivos conoce bien que las hierbas no deseadas pueden dificultar el crecimiento o desarrollo de vegetales o frutas que son, en la mayoría de los casos, una fuente de alimentos o de ingresos para quien trabaja la tierra. Pero también es cierto que no podría ser algo negativo siempre y cuando se escogieran herbicidas ecológicos o métodos libres de tóxicos que puedan dañar la tierra, los frutos que crecen de ella o a las personas que los consumen o están en contacto con ella en su trabajo.
Pero el avance del modelo de agricultura industrial ha hecho que estos métodos sean dejado de lado por otros considerados más "eficientes" o veloces. Es ahí una de las claves del por qué grandes multinacionales peligrosas como Monsanto se han enriquecido tanto y buscan hacer cada vez más monopólica una actividad tan antigua como vital para todos.
Esta vez, una nueva historia que se conoce nos vuelve a mostrar el peligro de seguir continuando con este modelo de agricultura en lugar de pasar a otro ecológico que incluso, ya destacó la ONU como el único que podría alimentar al mundo.
Más de 200 vacas murieron en un campo ubicado en la localidad de Ingeniero Luiggi, de la provincia de La Pampa, Argentina, luego de beber agua intoxicada por un herbicida. Así lo confirmó uno de los propietarios del predio.
El herbicida en cuestión se conoce como "Paraquat", un químico (Dicloruro de 1,1'-dimetil-4,4'-bipiridilo) que se usa para terminar con las malas hierbas, pero que resulta altamente tóxico si es ingerido. De hecho, desde su mismo sitio web señalan que: "Al igual que otros plaguicidas, el concentrado de paraquat puede resultar fatal si se lo ingiere en cantidades suficientes".
Su principal fabricante es Syngenta, una de las pocas multinacionales que, como Monsanto, controlan el monopolio de las semillas y los agroquímicos. Además, aunque es muy utilizado en Argentina, está prohibido desde el 2007 en la Unión Europea.
Según se informó, la intoxicación se produjo por la rotura de la bomba de una máquina pulverizadora que cargaba agua de un mismo tanque que abastece a los bebederos de estos animales, que se encontraban en una haciendo al lado de un lote de siembra.
"Primero encontramos una veintena de vacas muertas, pero luego vimos cómo seguían muriendo y observamos que el agua tenía un color azulado inusual, causado por el herbicida caído", señaló uno de los trabajadores.
Ya se ha realizado una denuncia judicial por el hecho y ha intervenido el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) para tomar muestras al respecto.
¿Cuántos casos más deberemos conocer para darnos cuenta que el camino que tomamos solo nos trae dolor y enfermedad? La historia de Fabián Tomasi, un hombre que trabajaba con agrotóxicos, es otro ejemplo más de que el modelo industrial aplicado a nuestros campos y, por ende, a nuestra alimentación, no solo es peligroso, sino mortal.
¡Elijamos la vida! Impulsemos la agricultura ecológica, informémonos y digamos que "no" al monopolio de semillas.