Creemos que ya quedó antiguo el modelo, en el que el foco estaba puesto en aplacar los síntomas, porque sabemos que no es el mismo tratamiento el que una persona debería recibir si tiene por ejemplo mala digestión porque X alimento le hace mal que si el foco de su malestar es el estrés.
Hoy la medicina moderna se enfoca en que el malestar se termine lo más rápido posible: tomás una pastilla y listo. El inconveniente con eso es que el problema no se resuelve.
Necesitamos tomarnos el tiempo para poder llegar a la raíz, entender si es un problema físico o emocional y darle el tratamiento que haga falta.
En la actualidad, si tenés un paro al corazón te vas de ahí con un montón de medicación pero no hay un plan serio de revisar tu alimentación, de ver como bajar el estrés o incluir deporte en tu vida si no hacías hasta el momento.
No hay un seguimiento de todos esos factores que realmente pueden hacer una mejora real en tu salud. Nos acostumbrados a tomar medicamentos como si fuese la única solución sin pensar en los efectos secundarios o en otras formas más naturales de resolverlo.
Creemos que el acompañamiento de los hábitos de la mano por un profesional es esencial para poder lograr mejoras en nuestra salud a largo plazo: conocer muchos más alimentos, aprender nuevas formas de cocinarlos, hacer espacio para dedicarnos al autocuidado, aprender a parar, tomar nuevas herramientas que nos ayuden a bajar la ansiedad, aprender a reconocer y gestionar nuestra emociones, entre otros.
Cuando hablamos de salud ponemos al mismo nivel la alimentación y el deporte, que encontrar momentos para hacer cosas que te hagan feliz. Los hábitos perfectos si tienen una autoexigencia terrible atrás no funcionan, necesitamos poder estar en paz con nosotros mismos sabiendo cómo poder volver al equilibrio.
Se trata de volver a los orígenes, al alimento real, a darle a tu cuerpo el movimiento que necesita para que se oxigene, bajar el estrés que es uno de los males de este siglo, encontrar actividades que nos permitan anclarnos en el presente, y con todo esto no decimos que seas un monje budista para tener buena salud, si no balance.
Bajo esta mirada no existen soluciones mágicas, implican mucho más compromiso y responsabilidad del paciente pero es lo único que realmente tiene sentido a largo plazo. Hay que hacerse cargo, volver a tomar responsabilidad de nuestra vida y nuestra salud.
Creemos que la responsabilidad no está únicamente en la medicina si no también en las decisiones que toman las personas y en cómo gestionan su propia salud. Estar sanos debería ser responsabilidad de cada uno y la medicina acompañar hábitos saludables y sostenibles en el tiempo.
El futuro de la medicina, según lo vemos nosotros es un 360, donde los hábitos son la columna vertebral de nuestra salud y el autoconocimiento las raíces firmes desde donde cultivamos nuestro bienestar.