En 1994, tuvo lugar el Genocidio de Ruanda, el momento más terrible de la historia de ese país, y uno de los acontecimientos más crueles y dolorosos que hayan ocurrido en el mundo.
Hasta 1994, en Ruanda se distinguían dos estamentos dentro de la etnia banyuranda, a la que pertenece casi toda la población. La mayoría se conocía como hutu; y la minoría, como tutsi. Lo que ocurrió fue que los hutu, que ocupaban el gobierno, intentaron exterminar por completo a la población tutsi.
El gobierno hutu asesinó en 100 días a más de un millón de personas, es decir, a un 75% de la población tutsi. Muchos de los sobrevivientes fueron niños, que quedaron huérfanos y debieron hacerse cargo de sus hermanos menores, aun cuando ellos también habían sufrido heridas y violaciones, habían quedado sin padres y habían presenciado el horror.
Aunque el genocidio ocurrió hace ya 22 años, algunos de aquellos niños, que hoy son jóvenes de entre 22 y 30 años, continúan reviviendo recuerdos traumáticos y sufriendo una y otra vez el impacto de esas imágenes que quedaron guardadas en sus mentes y en sus almas. Mientras tanto, siguen luchando por conseguir alimento, cobijo y seguridad.
Cuando las víctimas de la guerra no tratan sus heridas emocionales, éstas siguen repercutiendo en su día a día, tal como lo hace una herida física. Por eso, necesitan contención, apoyo emocional, y que se investigue sobre nuevas maneras de ayudarlos a superar el distrés postraumático y otras secuelas psicológicas y emocionales de las situaciones que han vivido.
En esos contextos, la Técnica de liberación emocional ha demostrado ser efectiva para aliviar estas heridas emocionales. Desde 2007, esta técnica, conocida también como EFT, se aplica para trabajar con los sobrevivientes ruandeses; junto con la ayuda de Lori Leyden, autora del libro The Stress Management Handbook. La escritora no solo aceptó que su material se tradujera a la lengua ruandesa, sino que también viajó a trabajar personalmente con grupos de huérfanos, que en ese momento tenían entre 16 y 25 años.
Estos jóvenes continuaban viviendo en situación de extrema pobreza, con heridas físicas, enfermedades, recuerdos intrusivos, culpa por haber sobrevivido, depresión, ansiedad, miedo y desesperanza con respecto al futuro. El equipo se centró en trabajar con ellos, que habían pasado a ser jefes de familia, teniendo a cargo entre 1 y 6 hermanos pequeños.
En un año, el trabajo dio sus frutos. Los traumas individuales se redujeron un 37% en pocos meses y los brotes traumáticos en el horfanato cesaron en un 90%.
Lori rememora, entre sus experiencias, que se sorprendió cuando, en el primer día de terapia, preguntó al grupo qué deseaban sanar; y ellos respondieron que las heridas de las violaciones. Aunque para ella fue muy chocante encontrarse con que la primera necesidad era tan extrema, luego de una sola jornada de trabajo vio como algunos de ellos comenzaban a sentirse en paz.
La técnica de EFT, si bien se utiliza en situaciones extremas como ésta, es tan sencilla de aprender y de autoadministrar que puede utilizarse para tratar fobias, ansiedad, depresión, el estrés causado por una situación traumática, duelos que no terminan de cerrarse, ataques de pánico o ataques de angustia sin explicación; y también, dolencias físicas que tienen su origen en heridas emocionales.
La técnica puede aprenderse en un curso online impartido por BioEcos.
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