Estamos en cuarentena. Ya sea obligatoria u opcional, en gran parte de América estamos en una situación donde la mayoría de nosotros debemos trabajar desde nuestro hogar, convirtiéndonos en equilibristas de la vida familiar y el tiempo personal.
El mundo está cambiando, de eso no hay dudas, y post pandemia será diferente, ya que en mayor o menor medida esta situación también nos está cambiando a nosotros. Hemos cambiado la manera en la que hacemos las cosas en el día a día: el espacio en que trabajamos, cómo nos alimentamos, lo que compramos y el tiempo que pasamos conviviendo en nuestro hogar (solos o con terceros).
Algunos de estos cambios nos han abierto nuevas oportunidades y se estima que, incluso llegando a una situación donde el virus no existiese, algunos elementos “de adaptación” se quedarán con nosotros con distintos grados de adopción. Pero más importante aún que los cambios en nuestro “hacer diario” son los cambios más profundos que están sucediendo en nuestros sistemas de creencias, valores y paradigmas.
No me cabe duda de que muchas personas han comenzado a reconocer mayor importancia al valor de las relaciones personales, de los encuentros con amigos y familiares en momentos cotidianos, y que en otras ocasiones no se hacía consciente su relevancia para nosotros.
Probablemente, una gran mayoría también haya aumentado su consciencia sobre la valoración de la vida, de estar saludable, de tener un trabajo y de poder alimentarse todos los días. Asimismo, creo ha aumentado la valoración de ciertas profesiones, como pueden ser, los profesionales de la educación, la salud y otros servicios sanitarios como la recolección de basura. Creo que a la gran mayoría de las personas les hace sentido esto que escribo.
El problema es que los humanos somos seres frágiles de memoria. O más bien, está demostrado que somos selectivamente frágiles de memoria. El cerebro está cableado para protegernos y en ese aspecto elige olvidar o minimizar las situaciones pasadas de dolor y mantener en mayor medida las de sensaciones positivas. Esto también explica en muchos casos el dicho “todo tiempo pasado fue mejor” y que recordemos momentos pasados con melancolía. Nuestro cerebro lo hace para que así podamos tener una vida en la que nos sintamos más felices y satisfechos con el recorrido generado.
El riesgo de esta situación es que eso significa que muchas veces - una vez pasada la tormenta- tenderemos a olvidarnos de las situaciones que nos causaron dolor en esta pandemia y, por ende, quizás el ímpetu de la transformación que queríamos vivir comience a reducirse y volvamos a caer en viejas prácticas y creencias. Como dijo Ronald Sistek, un estudioso de este tema, “el cambio sucede cuando el dolor de cambiar es menor al dolor de permanecer igual”, entonces, si el dolor se minimiza, las probabilidades de cambio también se reducirán.
“Aprovechando” entonces este momento es que los invito a reflexionar y establecer objetivos para una eventual transformación profesional ahora. Y aclaro que cuando hablo de transformación abarco un abanico que va desde potenciales cambios radicales a modificaciones de la forma de hacer lo que hago sin cambiar el fondo. Para definir este objetivo y un plan para esta transformación puede haber muchas metodologías, en esta columna les compartiré una adaptación de un taller online que diseñamos con Sofia Isasmendi de Sistema B y Martin Bunge de Emprendia para este contexto.
El proceso propuesto consta de cinco etapas. Lo ideal es tener a mano algo para anotar y así poder ir dejando registro de cada uno de los momentos. Creo que 30 minutos es un tiempo mínimo suficiente para lograrlo. Es importante calmar nuestra ansiedad y cumplir con la consigna mínima de tiempo ya que muchas veces los primeros 2 minutos de cada actividad salen muchas ideas (que normalmente son las que están en la superficie) pero en los siguientes disminuyen y existe la tentación de pasar al siguiente paso y no esperar a las ideas que están un poco más profundas y que muchas veces son las revelaciones que podemos tener en el ejercicio.
Primera etapa: conectarse con lo sucedido. La invitación es a darse 5 minutos de concentración para conectarse con lo acontecido estos 2 últimos meses en mi ámbito profesional. Visualizar los distintos momentos por los que he pasado o estoy viviendo actualmente. La recomendación es que pasados estos 5 minutos de conexión puedas darte otros 5 minutos para anotar las principales actividades e hitos que ocurrieron y qué sensaciones te trajo o te trae en el presente cada uno de ellos. Finalizado este momento hacerse la pregunta ¿Cuál es la esencia de mi trabajo? ¿Qué es lo que queda hoy de lo que hacía antes de la pandemia más allá de cómo lo hacía?
La segunda etapa es conectarse específicamente con el dolor. La invitación es a pensar que somos un explorador que ha caído en una selva de incertidumbre. En 5 a 10 minutos anotemos que es lo que nos causa dolor en dos aspectos de la vida profesional. El primero es relacionado a lo “perdido”. Anotar qué cosas lamentamos haber perdido en este proceso de 2 meses, se puede pensar en grandes pérdidas o pequeños detalles.
El segundo aspecto sobre lo que se debe reflexionar y anotar es acerca del dolor que están sintiendo en el presente. Qué cosas les causan dolor, molestan, disgustan, o les hacen poner mal de su profesión o trabajo actual. Pueden ser dolores que venían de antes de esta situación de cuarentena o que se hayan descubierto en esta nueva situación. Una vez terminada esta etapa se pueden destacar cuáles son los que más me generan malestar.
La tercera etapa busca reconocer mis habilidades y herramientas. Si fuéramos este explorador y estuviéramos perdidos lo que debemos tener muy en claro es qué herramientas y habilidades tenemos en nuestra mochila. La actividad propone que en 5 minutos podamos anotar todas las herramientas que manejamos: por ejemplo, manejar un idioma, cierto software, herramientas de gestión, otros.
Es importante que hagamos un doble esfuerzo en pensar qué nuevas herramientas de cualquier tipo hemos adquirido en estos dos últimos meses para así también descubrir los aprendizajes. Por ejemplo, el haber aprendido a cocinar mejor, a hacer actividades para niños, a ser plomero ocasional, u otras. Tomarse otros 5 minutos para las habilidades que tenemos o que hemos desarrollado en este momento.
Las habilidades tienen más relación con la esencia de lo que uno trae a un trabajo. Pueden ser habilidades de negociación, de generar orden, de generar equipo, entretener. El punto es conectar con las principales habilidades que sienten que tienen y que, sin importar si cambian de rubro, creen que podrían destacarse.
La cuarta etapa es la intención y el camino. La primera en este caso será tener claro hacia dónde quiero ir. Si no sé dónde quiero ir nunca tendré claro hacia dónde avanzar. Los primeros 5 minutos los usaremos para determinar a qué lugar nos gustaría llegar. Algunas preguntas que pueden ayudar para este momento: ¿Cuál es la esencia de lo que quiero trabajar en mí día a día? ¿Cuáles son las actividades que me gustaría realizar? Una vez claro esto es que será importante entender qué camino creo que debo tomar para llegar a ese objetivo.
Probablemente, como le sucede a todo explorador, no habrá un mapa claro del terreno pero al menos intuitivamente poner en papel hacia donde uno cree que debe ir. La consigna es anotar durante 5 minutos las acciones que debiese realizar durante los próximos 12 meses y que creo me pueden ayudar a acercarme a esa profesión ideal.
Es importante tener en claro que muchas veces el camino que nos trazamos sufrirá cambios. Lo importante será continuar la marcha con la claridad del punto al cuál quiero llegar aunque también con la flexibilidad de que quizás en el camino nos damos cuenta de que el destino final cambió porque cambió nuestra preferencia.
La quinta y última etapa son consejos para este camino. Cualquiera que ha realizado travesías sabe que para no agotarse en el caminar es importante andar liviano. Por ende lo primero de esta etapa es darse 5 minutos para pensar y registrar cuáles son las cosas que quiero dejar atrás y cuáles son las cosas que quiero mantener conmigo en mi mochila para este proceso. Qué herramientas y habilidades creo que serán útiles y tendré que mejorar y cuales puedo dejar atrás. Qué personas o situaciones me generan una carga y cuáles son las que me generan impulso.
De hecho si hay personas que queremos invitar a que me acompañen o den asistencia en el proceso es un buen momento para pensar en ellas. Una vez realizado esto la última y para mí la más importante de las consignas es darme 5 minutos para entender cuál es mi motivación o motivaciones. Será muy relevante poder bajar y dejar registrado que es lo que me mueve a empezar este cambio.
La recomendación es dejar estas motivaciones por escrito y revisarlas periódicamente en distintos momentos para que sirvan para darse animo pero también como brújula para no perder el rumbo. Una recomendación útil que puede servirnos es conectar con qué motivaciones nos han sostenido en procesos difíciles en el pasado y además pensar que nuevas motivaciones han surgido.
Ya cumplido con todas estas etapas estamos listos para comenzar sin saber muy claramente dónde vamos a terminar.