Tane de Souza es un joven chileno de 23 años que cuando tenía dos años se fue a vivir a Argentina con su familia. Para que los legisladores se interesen por la educación no formal y las alternativas a la escuela, Tane contó su historia.
Él nunca fue a la escuela porque sus padres decidieron que su educación fuera autónoma, acompañado por docentes y rindiendo las materias en modo libre, al final de cada año. Con la mayoría de los profesores lo que hacían era realizar trueques por productos que Tone y su familia, todos pequeños productores, elaboraban en su casa.
Aunque muchos aun no aceptan este tipo de enseñanza, la educación no formal favorece el proceso de maduración personal, potencia las habilidades sociales, mejora el autoestima y el desarrollo de aptitudes como la creatividad, la expresión o la solidaridad. Además, permite adaptar la forma de enseñanza a las capacidades del niño, ya que todos son diferentes.
A diferencia de la convencional, este tipo de educación se realiza por fuera de la estructura del sistema escolar y es capaz de abarcar las inquietudes y necesidades de la persona, que en general quedan por fuera de los contenidos reglamentados. Actualmente es una alternativa para los padres que no desean, por distintos motivos, enviar a sus hijos a la escuela.
Tane comenzó a cursar a los 14 años, como alumno vocacional, la carrera de física. Con 16 años entró oficialmente a la Universidad, donde asistió normalmente a clases. Hoy está próximo a recibirse de Licenciado. Además, es abanderado en la Universidad de Salta (Argentina), donde también tiene el mejor promedio de la facultad de ciencias exactas. Tane incluso ganó una beca estímulo a las vocaciones científicas del Consejo Interuniversitario Nacional.
“Solo me gustaría hacer visible que la educación tiene que ser una decisión reflexionada para el bien de la comunidad y las próximas generaciones, que no hay un solo tipo de educación y que son cientos los campesinos o hermanos originarios que eligen otros sistemas que cumplen con las mismas exigencias”, afirmó Tane.
Y agregó: "En ningún momento de mi vida me sentí aislado por no asistir a una escuela, siempre tuve amigos y mis padres me acompañaron a comprender su propuesta con mucho afecto”.
Tane trabaja en la finca “La Huella”, un espacio que funciona como centro de crecimiento comunitario y de conciencia ecológica junto a su familia de productores. También participa activamente como presidente de la Federación Universitaria de Salta, que nuclea a todos los estudiantes universitarios de Salta Capital y el interior de la provincia.
Su historia es un ejemplo de que otro tipo de educación es posible, ya que él no reniega de su formación y pretende continuarla: “Haría exactamente lo mismo con mis hijos, ya que mi vocación de físico, fue muy fácil de descubrir con este sistema ‘informal’ y mis métodos de estudio fueron coherentes con los que propone el estudio universitario”.