Tilikum acaba de morir. Para quienes no conocían su historia, se trata de una orca macho que fue explotada la mayor parte de su vida en acuarios que ofrecían espectáculos a miles de personas.
Su conmovedora historia recorrió en mundo en 2013 cuando la directora Gabriela Cowperthwaite la eligió para conscientizar sobre el drama del cautiverio con el documental Black Fish.
Tilikum vivió en libertad en el océano junto a su familia durante los dos primeros años de su vida, pero en 1983 fue capturado en aguas islandesas y trasladado al acuario SeaLand of the Pacific de Canadá.
Cuando fue atrapado, Tilikum medía ya tres metros y medio. Rápidamente creció hasta alcanzar los siete metros de longitud y los 5.600 kilos de peso y se convirtió en la principal atracción del acuario canadiense, en el que convivía con entrenadores y era visitado por miles de personas que acudían a su espectáculo.
Uno de los momentos más dramáticos de la vida de esta orca fue en 2010, cuando su entrenadora Dawn Brancheau murió en el espectáculo que ofrecía junto a ella. Mientras que la mayor parte de los medios de comunicación la apodaban "la orca asesina", otros comunicadores, como Cowperthwaite, se esforzaron por hacer entender al público que era esperable que un animal encerrado durante décadas reaccionara alguna vez con una fuerza y un enojo desmedidos.
Además, los entrenadores de animales acuáticos, al contrario de lo que suele creerse, no tienen ninguna formación en biología ni veterinaria, sino que están capacitados simplemente con el objetivo de brindar un buen show. Estas condiciones de trabajo de los empleados tienen consecuencias tanto para los animales como para ellos mismo. Tanto Tilikum como la entrenadora fueron víctimas.
Tilikum ya había estado involucrado en la muerte de otras dos personas, pero seguía siendo la principal atracción de los shows acuáticos, y nunca se había pensado en dejar de explotarlo con esos fines, y mucho menos, en liberarlo.
El año pasado, luego de mucha presión mediática, el parque SeaWorld debió poner fin a sus espectáculos con orcas en San Diego tras las denuncias sobre maltrato animal, pero aun así, Tilikum vivió sus últimos meses en cautiverio.
En el mundo hay alrededor de 50 orcas activas en espectáculos de este tipo y la mitad pertenece a la cadena SeaWorld. Al menos cinco de ellas (entre las cuales estaba Tilikum) fueron sustraídas de su hábitat natural sin estar heridas y sin que existan razones para que dejen de vivir en el océano.
Para cambiar esta situación, debemos decir "no" a los espectáculos con animales. Si no hay consumidores dispuestos a verlos, los parques simplemente ya no los harán porque no será un negocio.
¡Digamos NO a los espectáculos con animales!