Expertos arqueólogos decidieron realizar un análisis de los restos óseos de 194 cadáveres del desierto de Atacama y lo que descubrieron fue de terror. Las momias revelaron un escalofriante secreto del pasado, donde la violencia extrema era una regla.
El equipo de científicos determinó que las personas vivieron entre los años 1000 a.C. y 600 d.C. en el páramo chileno. Y que violencia estuvo ligada al auge de la agricultura. Aunque las agresiones eran más frecuentes al principio de la transición a la agricultura, persistían incluso después de que los pueblos agrícolas hubieran existido durante cientos de años.
De acuerdo con la investigación, la violencia no distinguía entre sexos porque estaba dirigida tanto a hombres como a mujeres. Los investigadores aseguraron que una mujer de Atacama parece haber sido torturada cuando la piel de su cara fue estirada tanto que su “boca” fue corrida encima de su posición natural.
Los arqueólogos escribieron lo siguiente en el reporte publicado en la revista Journal of Anthropological Archaeology: “Probablemente se trató de un acto intencionado. El cual ocurrió en el momento de la muerte, cuando la piel aún estaba fresca, y que causó una profunda agonía”.
También estimaron que la agricultura dio lugar a asentamientos permanentes, picos de población, reclamaciones territoriales, nuevos problemas de salud y desigualdad social en Atacama. De esta manera, cambió por completo la forma en que las comunidades interactuaban entre sí y desencadenó “tensiones sociales, conflictos y violencia”.
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Las momias revelaron traumas escalofriantes
De los 194 restos de adultos estudiados, el 21% (40 individuos) tenían lesiones que probablemente provenían de la violencia. En el caso de los varones, el 26% (27 de 105) tenía heridas, frente al 15% (13 de 89) de las mujeres, una diferencia que no es estadísticamente significativa. Lo que significa que tanto hombres como mujeres tenían la misma probabilidad de sufrir estas inquietantes mutilaciones.
Según los arqueólogos, la mayoría (51%) de los lesionados presentaba un traumatismo craneal, mientras que el 34% tenía heridas solo en el cuerpo, y el 15% presentaba lesiones tanto en la cabeza como en el cuerpo. Los hombres eran significativamente más propensos a sufrir traumas en la cabeza que las mujeres.
Los investigadores manifestaron que los traumas de los varones se debieron a intensas peleas en las que se utilizaban armas, como lanzas, hondas, mazas, palos y cuchillos. Mientras que las mujeres resultaron heridas debido a la violencia doméstica.
El estudio concluyó que la crueldad en Atacama existía antes de la agricultura. Y que tal vez esta violencia entre los agricultores era el resultado de la fuerte competencia entre los grupos locales. Todos estos sucesos provocaron un “traumatismo potencialmente letal” que sacudió la vida de los pueblos agrícolas del páramo chileno.
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