Cuando la windsurfista de Sevilla (España), Blanca Manchón contó a sus patrocinadores la noticia de que estaba embarazada, no se dibujó ninguna sonrisa en sus rostros. Las marcas eligieron buscar otros deportistas, sin tener en cuenta los seis títulos mundiales con los que contaba. No importaba qué tan buena fuera en el windsurf; solo fue importante para ellos pensar que el tiempo de recuperación luego del embarazo y durante él, no les auguraba una buena inversión.
“Me enteré de que estaba embarazada justo al volver del Mundial del año pasado y pensé que era perfecto, porque así volvería justo para preparar el ciclo de Tokio 2020. Dos días antes de dar a luz, mi principal patrocinador no me renovó el contrato y el resto de marcas dejaron de apoyarme también”, cuenta en una entrevista.
[También puedes leer: El camino no es igual para hombres que para mujeres. Esta campaña lo hizo real para que no puedas esquivarlo]
Pero ella siete meses después del parto se consagró como campeona del mundo en la clase ‘raceboard’: lo hizo sin patrocinadores. Llegó con esfuerzo al ampeonato del Mundo de Salou (Tarragona) con una vela prestada y la ayuda sus padres.
Con su victoria, Blanca le demostró al mundo que ser madre no es un impedimento ni motivo por el cual deba ser apartada.“Para muchas deportistas de élite, que no era mi caso, hay cláusulas de embarazo, si te quedas en estado directamente se rescinde tu contrato. Se cree que cuando una mujer deportista es madre ya no va a volver a ser lo que era, no va a competir igual, se piensa que ya su carrera ha terminado”, explica. Y agrega: “Debería cambiar esa mentalidad, las empresas deberían de dejar de pensar que con las mujeres madres no tienen rentabilidad porque no es verdad. Es la visión que hay en el mundo del deporte y en parte hasta lo entiendo. No culpo a nadie pero es muy injusto”.
Blanca aún no tiene patrocinadores para viajar en septiembre a clasificarse para las olimpiadas de Tokio 2020 y conseguir su beca.
El de Blanca no es un caso aislado. Según la ONU, las mujeres dedican entre 1 y 3 horas más que los hombres a las labores domésticas; y entre 2 y 10 veces más de tiempo diario a la prestación de cuidados.
Ellas tienen "asignado" el rol de madres y eso, socialmente parece inhabilitarlas para cualquier otra tarea. Además, en muchos casos, la legislación que aborda la planificación familiar perjudica a la mujer en el mercado de trabajo, ya que terminan favoreciendo la flexibilización laboral, ofreciendo salarios bajos y alejando al hombre de los cuidados de los niños.
[También puedes leer: "Me lo podrías haber pedido", un comic sobre la desigualdad de género]
¿Por qué aún seguimos pensando de esta manera? Entérate qué cosas puedes estar haciendo para que esto siga así y que seguramente te parezcan tan naturales que no les hayas prestado atención.