Alguna vez te has preguntado: ¿por qué vemos caras donde no las hay? En todas partes: en las formas de las nubes, en una mancha en la pared, en la superficie del café, en objetos cotidianos que parecen tener ojos, nariz y boca.
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El cerebro codifica las imágenes según patrones conocidos
Lo que sucede es que el cerebro tiende a realizar "predicciones". Antes de tener certeza total sobre la imagen que recibe, lo primero que realiza es una aproximación. Con los primeros datos recibidos, ya emite una hipótesis sobre lo observado.
Cuando vemos la forma de una cara en las nubes, lo que sucede es que el cerebro analiza primero la silueta. Luego, con más detalle, se adiciona el contexto y colores, deduciendo que no es un rostro... sino una nube en forma de rostro.
Es decir, nuestro cerebro entiende las imágenes por medio de analogías. Lo que recibe de los ojos, lo compara con patrones que ya conoce. Luego, hace un trabajo más racional (no comparativo) y establece otras deducciones.
Este fenómeno se llama pareidolia
La pareidolia ha sido estudiada desde hace bastante tiempo. Además, no solo reconocemos caras en formas y siluetas. También, formas de animales y símbolos conocidos. Es un patrón comparativo que siempre marca pauta.
Se puede aseverar que la pareidolia es una modalidad de ilusión óptica. La vista capta un estímulo ambiguo y el cerebro reconstruye ese estímulo (imagen) dándole una estructura conocida. Una manera de entender el mundo visual.
Los humanos tienden a darle significado a todo. Una imagen no puede ser solo eso, tiene que "ser algo reconocible". Por eso, una silueta abstracta u objeto tiende a ser comparado con algo conocido para tratar de entenderlo.
Por otra parte, la pareodolia es una forma evolucionada de autodefensa. Para reaccionar con rapidez, no se puede esperar a que el cerebro analice todos los datos. Se requiere una idea rápida sobre lo detectado por la vista.
¿Por qué tendemos a ver caras en la pareidolia?
Entre todas las cosas que podemos confundir, sucede que lo más común parecen ser caras. ¿Por qué? Pues, los humanos tienden a interacctuar con muchas personas, siendo los rostros humanos algo que se tiende a identificar.
Tenemos que reaccionar rápido al ver a alguien: identificarlo, saber quién es. Además, la gente se relaciona, hay que captar los gestos, miradas, etc. Todo esto hace que el cerebro tenga predisposición a reconocer rostros.
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¿Has visto objetos, siluetas, nubes o sombras con aspecto de caras? A todos nos sucede. De hecho, la pareidolia es sinónimo de buena salud cerebral. Quienes no experimentan la pareidolia, padecen problemas en los lóbulos cerebrales.
Fuente: Muy Interesante