Chujo soñaba con ser un cantante de opera en Japón. Al ser el hijo mayor, sus padres esperan que se convierta en el futuro del negocio familiar, por lo que desde pequeño han moldeado su vida para ser un hombre de negocios y el principal proveedor de todo el clan. En una lucha por seguir sus sueños a pesar de la presión familiar, Chujo decidió revelarse de una forma única en Japón, se encerró en su cuarto y hoy lleva ahí dos años.
Chujo se convirtió en un Hikikomori, un recluso en su propio hogar, un fantasma de la sociedad que ha optado por darle la espalda a ella y vivir entre cuatro paredes. ¿Cómo es esto un acto de rebeldía en Japón? El país nipón continúa premiando la generalidad y no la individualidad.
A pesar de ser una potencia mundial y representar lo moderno y sofisticado en muchos aspectos, hay tradiciones que continúan permeando el día a día, por lo que alejarse de todo –y de todos–, olvidar las tradiciones y vivir encerrados –con una ventana de escape en los medios digitales– representa un verdadero acto de rebeldía para ellos.
Pero los hikikomori son más que un símbolo de protesta, también se trata de personas que han optado por dejar atrás todo por lo que habían luchado en su vida. En su mayoría se trata de hombre jóvenes, personas con la presión familiar de salir adelante, pero que al fracasar, deciden ocultarse, y mientras más tiempo pasan así, más difícil es que rompan ese ciclo destructivo.
Contrarrestando el problema
Una asociación llamada New Start busca cambiar la vida de estas personas. Se estima que hay casi 540 mil hikikomori en Japón, pero también se sabe que los datos no son certeros, porque hay muchos que no han sido localizados, por lo que se habla de una epidemia que puede afectar a cerca de un millón de personas.
New Star recluta personas –en su mayoría mujeres- que comienzan un lento, pero al parecer efectivo proceso para reinsertar a estas personas a la sociedad. Primero establecen contacto, pero pueden pasar meses mientras el hikikomori decide responder y escribir, ya sea por chat o carta a la “hermana” que lo busca. Después se establecen llamadas telefónicas y poco a poco se comienzan a hacer visitas a su casa hasta que logran entrar al cuarto.
New Star cuenta con una serie de departamentos a los que espera que los hikikomori se muden como parte de su recuperación, ahí, son visitados por las mujeres que los ayudaron y por sus familiares. Incluso se cuenta que una de las mujeres y un hikikomori se enamoraron durante el proceso y están apunto de casarse. Ahora él se convertirá en un “hermano” para ayudar a otros hikikomori y demostrarles que es posible reintegrarse a la sociedad.
Todas las fotografías son de Maika Elan para National Geographic
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