Tal vez ya lo notaste, pero cada vez parece que hay más lanzamientos, actualizaciones y un sentimiento de consumo masivo en todos lados: redes sociales, comerciales e incluso entre las conversaciones con nuestros amigos y familiares.
Vivimos obsesionados con lo nuevo. Antes de que llegue la mitad de año ya estamos ordenando, apartando o incluso comprando los productos con serie del año por venir (lo cual carece de sentido alguno si comienzan a salir en agosto o septiembre).
Esta obsesión por lo más novedoso no es para tomarse a la ligera. El pensamiento del sociólogo Zygmunt Bauman giró alrededor de una sociedad obsesionada con la novedad, incapaz de mantener relaciones duraderas y con una corta capacidad para recordar las cosas. Es importante alzar la mirada más allá de lo novedoso y entender que nuestro mundo no gira más rápido, nos hacen creer que lo está haciendo.
No es sano
La obsesión por el futuro genera ansiedad. Nos impide disfrutar el presente e incluso pensar en el pasado. En lo material significa consumo, pero en lo personal implica un desapego a nuestra humanidad, pues vemos hacia adelante y nunca hacia atrás. Aunque es lo que se recomienda cuando alguien nos hace daño, evitar todo nuestro pasado tampoco es la opción.
Estamos en una trampa de consumo
Mucho de lo que consumimos viene con una fecha de caducidad falsa. Los aparatos electrónicos se actualizan cada año creando un mar de basura electrónica que está convirtiendose en uno de los problemas más grandes de la actualidad. Además, las empresas hacen sus productos de tal manera que al poco tiempo fallen o se desactualicen y obliguen a la gente a buscar la novedad.
La novedad es adictiva
Piensa en las cosas nuevas por venir. La mayoría de ellas no tienen algo realmente novedoso, tal vez el 10 % de lo "nuevo" en verdad es bueno, el resto es exactamente igual que antes, pero sólo por el hecho de que los demás no lo tienen, se convierte en un objeto imprescindible. Esta obsesión está claramente vinculada con un narcisimo tóxico que permea a gran parte de la sociedad. Comprar por cuestión de estatus es una de las formas de pobreza emocional más grandes.
Es dañino
Antes existían dos temporadas en los centros comerciales, verano e invierno, la ropa para el frío y la ropa para el calor. Después alcanzaron a las estaciones del planeta y hoy parece que hay una nueva colección cada dos semanas. La industria de la moda es responsable de un grave daño al medio ambiente por convertir al vestir en una industria deshechable. Imagina lo que sucede si juntas los deshechos de la industria de la moda, la tecnología y más.
Es una trampa psicológica
La obsesión por lo nuevo nos ha llevado a ver como deshechables las relaciones personales. La gente ya no lucha por una amistad, simplemente consiguen una que vaya de acuerdo a sus intereses actuales y cuando esa se aleja de lo que esperaban, repiten el ciclo. Estamos inmersos en una cultura consumista y deshechable y lo peor es que no se trata sólo de bienes materiales, sino de relaciones personales.
Debemos comenzar a recordar que las cosas deben ser duraderas, que lo efímero no está en la naturaleza humana, que todo lo que tenemos puede durar mucho más de lo que creemos; ya sea una prenda, una relación sentimental o una amistad; las cosas pueden ser para siempre.