Cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a Tenochtitlan, simplemente se aterraron: según las notas de Andrés de Tapia, uno de los soldados que acompañaba a Hernán Cortés, una torre formada por más de 60 mil cabezas humanas los recibió al llegar.
Como los restos de esa torre nunca fueron hallados, se creía que se trataba de un mito, que quizás los españoles habían visto otra cosa y su miedo los llevó a imaginar que eran calaveras. Pero se descubrió la verdad.
Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México realizó el hallazgo que podría arrojar nueva luz sobre la civilización azteca.
El descubrimiento consta de más de 650 cráneos y miles de fragmentos humanos formando parte de una edificación cilíndrica, próxima al Templo Mayor sobre el que se edificó la actual Catedral Metropolitana de Ciudad de México.
La construcción de calaveras habría sido uno de los lugares de culto más importantes de la antigua capital azteca, Tenochtitlan, correspondiente a la actual capital de México.
Se cree que esta torre sería parte del Huey Tzompantli, o altar en el que se empalaban a la vista del público las cabezas de los cautivos sacrificados en honor a los dioses y que los historiadores relacionan con otras culturas mesoamericanas anteriores a la llegada de los españoles.
Uno de los antropólogos, sin embargo, señala que no encontraron exactamente lo que esperaban, sino algo más aterrador aún: "Nosotros esperábamos que fueran hombres, obviamente jóvenes y también guerreros. La cuestión es que no creíamos que fuera a haber mujeres y niños, que no tendrían que ir a la guerra", explicó el antropólogo y biólogo Rodrigo Bolanos.
De este modo, la mítica torre de calaveras pasa a ser una realidad confirmada, aunque queda pendiente determinar si era tan enorme como los hombres de Cortés creían (ya que hablaban de 60 mil calaveras, y por ahora se hallaron 650).
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