En la madrugada del 14 de junio, un trágico incendio en un edificio residencial de 24 plantas en pleno Londres conmovió al mundo. Al menos 12 personas murieron y 64 quedaron heridas, muchas de gravedad. El fuego prácticamente consumió los 120 departamentos ubicados desde la segunda planta hasta la última de la Torre Grenfell en el Lancaster West Estate.
Pero las consecuencias, si bien fueron terribles, podrían haber sido mucho peores: como el incendio se desató a la 1 de la madrugada, la mayoría de los habitantes del edificio dormían, y podrían haber muerto atrapados si nadie los hubiera despertado.
Afortunadamente, muchos residentes del edificio estaban despiertos: eran los musulmanes, que no dormían. Como se encuentran en el mes de Ramadán, estaban en pleno suhur, una comida ligera entre el final de la noche y el comienzo del alba.
Durante el Ramadán, la comunidad islámica se abstiene de comer, beber y tener relaciones sexuales durante las horas de luz. Por eso aprovechan la noche para recuperar fuerzas antes de iniciar otra dura jornada de ayuno, y eso hace que se acuesten más tarde que lo habitual.
Cuando notaron el fuego, los musulmanes que estaban despiertos salieron de sus departamentos y comenzaron a despertar a tantas personas como fue posible para que escaparan del edificio en llamas.
Según Andre Barroso, un vecino de 33 años que contó su experiencia al periódico The Independent, los islámicos "Jugaron un gran papel al sacar a mucha gente del edificio, porque la mayoría de las personas que pude ver ayudando eran musulmanas. Además, también se pusieron a proporcionar comida y ropa a los afectados”.
Muchos de los sobrevivientes, además, remarcaron que las alarmas antiincendios no funcionaron correctamente, es decir que, si no hubieran sido despertados por los musulmanes, muchos jamás se hubieran enterado del fuego.
Otro testimonio fue el de Khalid Ahmed Suleman, un joven de 20 años que vive en la octava planta de la Torre Grenfell. Él contó al Huffington Post que estaba despierto cuando ocurrió todo, y por eso se convirtió en una especie de héroe. “No hubo alarma de incendios ni ninguna clase de advertencia. Estaba jugando a la PlayStation mientras hacía tiempo para el suhur cuando noté el humo. Miré por la ventana y vi las llamas en el séptimo piso. En seguida desperté a mi tía y, con lo que llevaba puesto, empecé a llamar a las puertas de los vecinos."
Uno de los centros culturales islámicos de la zona, la Mezquita Al-Mannar, fue también de gran ayuda durante la tragedia, ya que de inmediato abrieron sus puertas para acoger a los afectados y ayudarles en un momento tan duro, sin discriminar en cuanto a la fe ni el origen de los afectados.
Los atentados terroristas que hubo reciéntemente en Reino Unido sembraron, cómo sucede muchas veces ante ese tipo de ataque, una nueva ola de desconfianza entre los ciudadanos británicos ante los musulmanes que viven en el país.
Sin embargo, lo ocurrido en la torre Grenfell demuestra, una vez más, que no puede generalizarse en cuanto a los islámicos, ya que los extremistas, como muchos musulmanes explican, son solo una minoría.
La religión islámica pregona el amor, y en esta ocasión quienes estaban despiertos en el edificio practicando su tradición demostraron que los prejuicios negativos no aplican para ellos. Sin embargo, en esta ocasión debió ocurrir una tragedia lamentable para que quede evidencia que lo que importa no es la religión, sino la condición humana.