Así como a nuestro alrededor hay personas que nos nutren y hacen crecer también hay otras que en nuestro camino se nos aparecen como grandes maestros que nos enseñan que cuidarnos a nosotros mismos debe ser siempre la prioridad, sin que eso implique necesariamente caer en actitudes egoístas o faltas de empatía.
El budismo, frente a esto tiene para enseñarnos un gran aprendizaje que aquí te comparto a través de una parábola.
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Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, un hombre se acercó a Buda y le escupió a la cara, sin antes pronunciar ni una palabra. En seguida, sus discípulos se enfurecieron. Uno de ellos, incluso, le dijo a Buda:
- ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!
Pero Buda pacientemente se limpió su rostro, y le dijo que prefería ser él quien hablara. Unió sus manos en señal de reverencia y le dijo al hombre:
- Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy profundamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a mis discípulos todavía puede invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos!
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El hombre, conmocionado, no podía creer lo que escuchaba. Al día siguiente, agobiado con un gran remordimiento, volvió a pedirle Perdón, pero Buda respondió:
-Yo no puedo perdonarte, porque para ello deberías haberme enojado y eso nunca sucedió.
¿Qué podemos aprender de esto?
Ignorar a alguien, aunque puede tener una connotación negativa, a menudo es todo un arte de amor propio. Ignorar implica no permitir que las palabras, actitudes y comportamientos dañinos de los demás incidan en nuestro equilibrio interior, protegiéndonos a nosotros mismos.
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Se trata de aprender, en ciertos momentos, a ignorar a determinadas personas; quizás no necesariamente esto implique alejarse de ellas para siempre, o si, pero es cuestión de que sepas cómo cuidarte a ti mismo.
3 cosas que es bueno que ignores
1. Críticas no constructivas, que apunten a hacernos daño en lugar de ayudarnos a crecer.
2. Acciones que puedan dañarnos o perturbar nuestro equilibrio.
3. Intentos de control y manipulación a través de la culpa, el "amor" o el sentido de responsabilidad.
Deja que los demás te hablen con amor, y habla así también tú. Recuerda que todo a tu alrededor es un constante aprendizaje y que tú eres dueño y artífice de tu propio camino.