Aunque para la mayoría de los medios de comunicación los Juegos Olímpicos finalizaron el 21 de agosto, aun no terminaron del todo. Desde el 7 de septiembre y hasta el 18 se está desarrollando, también en Río, la decimoquinta edición de los Juegos Paralímpicos de verano.
Los Juegos Paralímpicos fueron fundados por Ludwig Guttman en 1960, y en ellos participan atletas con ciertos tipos de discapacidades físicas, mentales o sensoriales, como amputaciones, ceguera, parálisis cerebral y deficiencias intelectuales. Los participantes compiten en modalidades deportivas que en su mayoría son adaptaciones de deportes del programa olímpico, aunque existe una exclusiva, el golbol.
En su momento, los juegos aparecieron como un avance social. Hasta ese momento, los atletas con discapacidad no podían participar de una competencia de tal magnitud. Sin embargo, en esta ocasión ocurrió algo que nos obliga a replantearnos la necesidad de separar a estos atletas en unos juegos diferentes.
En la prueba atlética de los 1500 metros, una carrera de media distancia que existe tanto en los Juegos Olímpicos como en los Paralímpicos, ocurrió que por primera vez la marca paralímpica superó a la olímpica. Esto sucedió en la categoría T13, cuyos participantes tienen discapacidad visual.
El corredor argelino Abdellatif Baka logró el oro paralímpico con un tiempo de 3:48.29, mientras que el de Mathew Centrowitz, ganador del oro en la misma prueba pero en los Juegos Olímpicos, fue de 3:50.00. El tiempo del corredor sin discapacidad norteamericano también lo mejoraron otros tres paralímpicos de la misma serie: el etíope Tamiru Demisse (3:48.49), el keniano Henry Kirwa (3:49.59) y el argelino Fouad Baka (3:49.84), que salió cuarto.
La carrera de 1500 olímpica fue la más lenta desde los juegos de Los Ángeles en 1932, pero de todos modos, para muchos resulta sorprendente que los atletas con discapacidad visual hayan superado a los que "no tienen discapacidad".
Las marcas obtenidas en esta carrera sorprendieron por superar a las de los Juegos Olímpicos, pero además, en los primeros 5 días de los juegos paralímpicos se produjeron 117 marcas mundiales en distintas disciplinas.
Debido a eso, tanto las autoridades de los juegos como los medios de comunicación comenzaron a hablar de sospechas de dopping. Pero, desde las mismas fuentes, también se argumenta que el aumento general del rendimiento puede deberse, por ejemplo, a mejoras en la calidad de las prótesis, en el caso de los atletas que las utilizan, y al mejoramiento de las condiciones en las que se entrena. En la carrera de los 1500 metros, sin embargo, tal vez esto pueda deberse a que en realidad, los jugadores de una y otra competencia no son tan distintos como se cree.
Los resultados de esta prueba nos obligan a profundizar en una pregunta que muchos nos hacemos: ¿es realmente necesario separar a todos los competidores con discapacidad?
Si bien es cierto que sus realidades físicas, en algunos casos, los pondrían en desventaja, también es cierto que dentro de los deportes olímpicos existen categorías. En muchas disciplinas, por ejemplo, quienes pesan más son "pesados" y quienes pesan menos, "livianos", porque poner a todos a competir sin esa distinción significaría una desventaja para algunos. Pero para quienes no tienen, por ejemplo, alguno de sus miembros, o movilidad en las piernas, no existe una categoría dentro del deporte olímpico, sino que se los separa.
Este año, fueron 4350 de 176 países los que llegaron a Río luego de que se retirasen la mayoría de las cámaras y de que los medios dejaran de prestarle a la competencia toda su atención. ¿Es necesario que estén separados? Desde la organización de los juegos, se argumenta que la villa olímpica se sobrepoblaría. Pero aun así, ¿por qué no hacer unos juegos más largos, o dividir por deportes, en lugar de separar a los atletas entre los que tienen discapacidad y los que no? Mientras nos hacemos estas preguntas, la competencia sigue su curso.