Son millones las colillas que se tiran en el suelo cada año. Estos residuos no son biodegradables y acumulan elementos tóxicos que contaminan el ambiente. ¿Qué sucede con estos filtros, a dónde van a parar?
En Chile, Daniel Sandoval, un profesor universitario de Ingeniería Civil en Biotecnología, descubrió que el ácido nicotínico de las colillas de cigarrillo, tenía un gran potencial para acelerar procesos metabólicos y de crecimiento celular.
A partir de esta investigación, este joven creó en el 2010 Smokebox, la primera empresa en el mundo que ofrece servicios de reciclaje a partir de los desechos de cigarrillos. El material procesado es utilizado como nutriente para aumentar el tamaño de la producción de arándanos, principal exportación nacional al mercado asiático.
Uno va a cualquier parte y está lleno de colillas de cigarros, pese a que una sola puede contaminar hasta 20 litros de agua. Por suerte hoy la tendencia es al reciclaje, dice Daniel Sandoval.
¿Cómo funciona?
Cada colilla de cigarrillo se somete a un proceso de separación físico, químico y térmico, que permite separar los metales pesados del ácido nicotínico y transformar este material en no tóxico. De ahí se extrae una molécula útil para fines agrícolas, con la que se elabora un producto en formato de líquido pulverizador que se aplica sobre las plantas.
Pero el trabajo de Sandoval no termina aquí. Con su equipo, también se encuentra investigando el reciclaje de pilas, un asunto que preocupa a muchos y que aún no tiene una respuesta clara y masiva, sin mencionar que lo poco que se hace en la materia no es del todo efectivo para el medio ambiente.
Este descubrimiento es un claro ejemplo de cómo el trabajo de la ciencia puede estar al servicio del bienestar de las comunidades y el medio ambiente.
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