Los héroes vienen en distintas presentaciones. Hay quienes se convierten en héroes o heroínas en casa, los que ante su comunidad se transforman de una persona común a un salvador. Incluso están esos héroes mitológicos y ficticios que adoramos en libros y pantallas de televisión. Sin embargo hay pocos como el héroe que salvó a cientos de mujeres en el Titanic y años después a cientos de hombres en la Segunda Guerra Mundial.
Charles Herbert Lightoller fue un marino, aventurero, empresario y un hombre que vivió la vida al extremo. A pesar de que nació en una familia acomodada en 1874, su padre lo abandonó cuando era apenas un niño, por lo que a los 13 años comenzó un internado de cuatro años a bordo del Primrose Hill. Desde entonces su vida quedó ligada al mar y las catástrofes no se hicieron esperar.
Solo cinco años después de comenzar a vivir en los barcos, una tormenta en el Atlántico sur casi destruye el barco en el que estaba, por lo que llegó a Río de Janeiro justo cuando una epidemia de viruela y una revolución azotaban a Brasil. En 1889 otra tormenta obligó a toda su tripulación a atracar en una isla inhabitada y esperar ser rescatados. En 1895, sólo con 21 años, era considerado un veterano de los peligros del mar, por lo que ahora su mala suerte llegó en la costa de África Occidental donde casi muere por un ataque de malaria.
Un poco cansado de vivir al límite, pensó que irse a Yukón, en Canadá, a buscar oro ,era algo seguro. Sin embargo fracasó como miles que vivieron la “fiebre del oro” y sin nada de dinero, atravesó Canadá en ferrocarriles como un vagabundo hasta que logró trabajar y pagar un pasaje de regreso a Inglaterra donde se certificó como capitán y regresó al mar.
Durante años trabajó como oficial en distintos barcos, pero dos semanas antes de la partida del Titanic en 1912 consiguió trabajo como primer oficial, sin embargo debido a la llegada de otro oficial, fue degradado a segundo oficial donde cumplió su trabajo de forma más que heroica.
La noche del Titanic
Gracias a su gran conocimiento marino, Lightoller sabía que la temperatura era inusual, por lo que estuvo dando instrucciones de que ante la ligera sospecha de un iceberg, se le informara. Eso no fue suficiente, pues cuando estaba en su camarote, el barco chocó con el iceberg y Lightoller comenzó el trabajo de evacuación. Se convirtió en una leyenda, pues bajo la consigna de “mujeres y niños primero” logró hacer que los botes se llenaran hasta el límite con más personas de las que cabían.
Cuando un hombre quería subir, Lightoller se lo impedía, incluso amenazó a varios hombres con una pistola vacía para que bajaran de los botes y permitieran que más mujeres y niños subieran. En cierto momento, cuando parecía que no había más mujeres, dejó que los hombres comenzaran a subir, pero en cuanto aparecía una mujer, estos eran evacuados para darle su lugar. Lightoller sabía que su destino estaba en el barco. Incapaz de salvar a todos, tenía que luchar hasta el último momento para salvar a cuantos pudiera.
Así es como el Titanic, al hundirse, lo succionó hacia el fondo del mar, pero una explosión de las calderas lo liberó y logró aferrarse al bote plegable B que permanecía volteado, y cuando una de las gigantescas chimeneas del barco cayó, alejándolos del peligro y permitiéndoles subir para buscar a uno de los barcos que los recataría.
Durante horas esperaron y tres personas, incluyendo otro oficial, murieron ahí. Poco antes de ser rescatados, el oleaje amenazaba con voltear el plegable y Lightoller logró coordinar a los sobrevivientes para usar su peso como balanza y sobrevivir.
Él fue el último sobreviviente en ser rescatado por el buque Carpathia, pues se negaba a ponerse a salvo hasta que los demás no lo estuvieran. Lo que para unos supone toda una vida de peligro y aventura, para él fue sólo el comienzo. Después de comparecer ante el caso del Titanic por tratarse del oficial sobreviviente con más edad, ingresó a un barco en la empresa en la que trabajaba, pero la Primera Guerra Mundial lo transformó en teniente.
Durante esa guerra logró hazañas impensables, incluso estuvo presente en el primer despegue de un avión a bordo de un barco que logró detectar enemigos cercanos. Tras la guerra, nadie quería contratar a un sobreviviente del Titanic por ser “manchas negras”, por lo que entró en el negocio de bienes raíces y triunfó moderadamente.
Sin embargo el mar no se había cansado de él, o viceversa. Charles Lightoller tenía un pequeño barco en el que su familia y amigos navegaban por Europa y cuando la Segunda Guerra Mundial estalló, cientos de miles de soldados quedaron varados en la costa de Dunkerque. Un oficial lo llamó para solicitar su barco y Lightoller, con 66 años y una vida en el mar, dijo que la única persona que navegaría ese bote para internarse a la guerra sería él.
Si conoces la película de Christpher Nolan “Dunkerque” seguro conoces la participación de Lightoller en ese episodio histórico, pues el hombre que aparece en esa cinta está basado en él. Lightoller sabía que su barco podía llevar como máximo a 21 pasajeros, pero él logró regresar a la costa inglesa con 130 personas a bordo.