Seas o no budista, esta doctrina no solo religiosa sino también filosófica siempre tiene algo nuevo para enseñarte si es que estás buscando una transformación personal que te lleve, cada día, a ser mejor, más sincero y amoroso contigo mismo y con quienes te rodean.
[Lee también: Pequeñas enseñanzas del budismo que pueden cambiar tu vida]
En este caso, la enseñanza será la importancia de la paciencia. ¿Sueles ser siempre muy ansioso con respecto a lo que vendrá, a lo que no sabes o no puedes controlar del todo? Espera, siempre el Universo tiene una enseñanza guardada para ti; aunque ésta no sea más que aprender el arte y la virtud de la paciencia.
[Lee también: 25 frases budistas que nunca olvidarás ]
[Lee también: 4 pasos para seguir cuando estás por perder la paciencia que te la devolverán de inmediato]
El monje japonés Muju Dokyo cuenta que hubo un hombre hijo que un virtuoso espadachín, pero su padre lo desheredó ya que no lo creía suficientemente hábil en su arte. El hijo, avergonzado, fue a ver a un famoso maestro en busca de ayuda, pero él también lo rechazó diciendo:
—¿Deseas aprender conmigo el arte de la espada? Lo lamento. No cumples con lo que es necesario.
El hijo, sin darse por vencido, insistió:
—Si me esfuerzo y realmente trabajo duro, ¿cuántos años tardaré en ser un maestro como tú?
—El resto de tu vida —le respondió el maestro.
—No puedo esperar tanto. Aún así, estoy dispuesto a atravesar cualquier dificultad si me enseñas. Si me convierto en tu aprendiz, ¿cuánto me tomará aprender el arte de la espada?
—Quizás 10 años— le respondió.
—Mi padre está envejeciendo; pronto tendré que hacerme cargo de él. Si me esfuerzo mucho más, ¿podré hacerlo antes? —le preguntó.
—No. No te llevará menos de 30 años —le respondió el maestro.
—¿Cómo es posible? Me has dicho 10 y ahora 30. ¡Haré lo que sea necesario! — suplicó.
—Bueno, entonces piensa que te quedarás conmigo toda la vida. La prisa no es buena amiga de los mejores resultados. Solo respetando el tiempo podrás comprender la virtud de la espada. Ten paciencia y aprenderás. Ten prisa, y solo tendrás prisa — dijo el maestro.
El hijo aceptó con humildad, y desde ahí en más se convirtió en el mejor espadachín del mundo, capaz de vencer a los oponentes más hábiles con simpleza y en silencio.