Todos recuerdan a RosaParks, la mujer que desafió las leyes segregacionistas en Estados Unidos al negarse a ceder su asiento del autobús a unapersona blanca. Pero ella no fue la primera en rebelarse.
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En marzo de 1955, nuevemeses antes, una niña de 15 años llamada Claudette Colvin hizo exactamente lomismo.Normalmente Colvin nohabla mucho de lo sucedido, pero recientemente contó su historia a la BBC."En todas parteshabía segregación. Las iglesias, los autobuses y las escuelas estabansegregadas. Ni siquiera podías ir a los mismos restaurantes", recuerdaClaudette Colvin.
Suhistoria
- "Recuerdo que en unapascua tenía que comprarme un par de zapatos de patente que sólo se conseguíanen las tiendas para blancos, así que mi madre dibujó la silueta de mis pies enuna bolsa de papel marrón para tener la talla más cercana (a mi pie), porque nonos dejaban entrar en la tienda para probárnoslo".
Para ella, ir a unaescuela segregada tenía una sola pero gran ventaja: losprofesores enseñaban historia afroestadounidense en profundidad. Así ella conoció su verdadera historia.
"Nos enseñaron sobreHarriet Tubman y Sojourner Truth, y nos hablaron de una cantante de óperallamada Marian Anderson a quien no le permitieron cantar en el ConstitutionHall porque era negra, así que cantó en el Lincoln Memorial".
El 2 de marzo de 1955,Colvin y sus amigas terminaron la clase temprano.
"Caminamos hacia elcentro y vimos el autobús, así que decidimos subirnos. Estaba opuesto a laiglesia del doctor Martin Luther King", señala.
"La gente blanca siempre se sentaba en la parte delantera y los negrosen la parte de atrás. El conductor tenía autoridad para asignar lospuestos, así cuando había más pasajeros blancos, nos pedía los puestos". Elproblema surgió cuando todos los puestos del autobús estaban ocupados.
Colvin y sus amigas sesentaron en una fila un poco más atrás de la mitad -dos estaban del ladoderecho y dos del lado izquierdo- y en el pasillo entre ellas había unapasajera blanca de pie.
Elconductor quería que todas las niñas negras se levantaran y viajaran de pie enel fondo, de manera tal que la pasajera blanca se pudiera sentar.
"Él quería que dierami asiento a una persona blanca, y lo hubiera hecho si se hubiera tratado dealguien mayor, pero era una mujer joven. Tres de las estudiantes se levantarona regañadientes y yo permanecí sentada junto a la ventana", recuerda.
Según la lógicade la segregación, la mujer blanca todavía no se podía sentar (después de que lasotras chicas se movieron) porque ello hubiera significado que un pasajeroblanco y uno negro compartieran una fila de asientos -y el objetivo era que lospasajeros blancos estuvieran siempre adelante.
Detenidapor no ceder su asiento a una mujer blanca
Pero Colvin le dijo alconductor que había pagado por su ticket y que era su derecho constitucionalquedarse sentada.
"Cada vez que alguienme pregunta '¿por qué no te levantaste cuando te lo pidió el conductor?'contesto que sentí como si una mano de Harriet Tubman me estaba empujando haciaabajo en un hombro y una mano de Sojourner Truth me presionaba el otrohombro".
"Me sentí inspiradapor estas mujeres porque mi profesor nos enseñó todo sobre ellas", agrega.
"Estaba aterrada, pero decepcionada y molesta porque sabía que estaba sentada en el asiento correcto". El conductor continuó su ruta hasta que se detuvo en un cruce donde había una patrulla policial.
Los oficiales se subieron al autobús y le preguntaron a Colvin por qué no se había movido de su asiento.
- "No recuerdo cómo salí de ese autobús, los otros estudiantes me contaron que me sacaron del autobús y me metieron en la patrulla".
"Pero de lo que sí me acuerdo es que cuando me pidieron que sacara los brazos por la ventanilla, me pusieron las esposas", señala.
En vez de llevarla a un centro de detención para menores, Colvin fue llevada a una cárcel de adultos donde la metieron en una pequeña celda con un lavamanos roto y una cama sin colchón.
"Tenía miedo, estaba muy, muy aterrorizada; era como estar en esa películas del oeste donde ponían a los bandidos en las celdas y podías escuchar las llaves. Todavía ahora puedo escuchar el clic de esas llaves", confiesa.
"Esperé por unas tres horas hasta que mi madre llegó con el pastor para sacarme de allí. Mi madre sabía que yo estaba decepcionada con el sistema y con toda la injusticia que vivíamos, así que me dijo: 'Bueno Claudette, finalmente lo hiciste'".
Después de que Colvin fue puesta en libertad, hubo temor porque su casa fuera atacada.
Miembros de la comunidad hicieron de vigilantes mientras el padre de Colvin se sentó toda la noche con una escopeta, en caso de que se apareciera el Ku Klux Klan.
Colvin fue la primera persona en ser arrestada por desafiar las políticas segregacionistas de los autobuses de Montgomery, y su historia fue registrada por algunos periódicos locales.
Nueve meses más tarde, la misma hazaña desafiante realizada por Rosa Parks dio la vuelta al mundo.