Su nombre era Marielle Franco. Tenía 38 años y era concejala en Brasil. El miércoles fue asesinada mientras viajaba en coche junto a su conductor y una asesora en Río de Janeiro. Marielle venía de un acto por los derechos de las mujeres negras en el barrio de Lapa.
Pero su muerte no ha quedado en silencio. Todo el mundo llora su pérdida. En Brasil se realizaron protestas en distintas ciudades como São Paulo, donde se escucharon cantos como: "Luto é luta" (luto es lucha). En las redes sociales, los hashtag #Mariellepresente o #MarielleFrancoPresente se multiplicaron rápidamente.
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Marielle Franco había nacido en la favela de Maré y se había convertido en un símbolo de la lucha de las mujeres negras brasileñas contra el machismo, el racismo, y la violencia policial. Era feminista, socióloga, legisladora municipal del partido de izquierda Socialismo y Libertad (PSOL),y activista por los derechos humanos. Además, fue la quinta candidata más votada a la Cámara Municipal en 2016, con 46 mil electores.
Marielle, la activista brasileña asesinada, creía en la paz, la justicia y la creación de oportunidades para todos. Trabajaba para defender los derechos de las mujeres negras y pobres de las favelas. Por eso, por ejemplo, presentó proyectos de ley como uno “Para hacer valer el Aborto Legal”. La denuncia de los abusos policiales en los barrios pobres era otra de sus causas políticas.
Pero el mundo ha perdido esa sonrisa, y esa fuerza vital que le eran tan características.
Su vida no había sido fácil. Nacida en la favela, tuvo que dejar sus estudios al quedar embarazada. Terminó la escuela en clases de noche y más tarde se recibió de socióloga en la Universidad Católica PUC, a la que pudo concurrir gracias a una beca. Fue asistente parlamentaria de Marcelo Freixo, un diputado que dirigió una comisión parlamentaria de investigación sobre el tráfico de armas. Así comenzó su carrera política; más tarde se fue haciendo camino sola, cada vez con más fuerza.
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El asesinato de una amiga víctima de una bala perdida en la favela fue la que impulsó a Marielle a trabajar en denunciar la violencia que ocurría allí. Entre 2014 y 2015, la favela de Maré donde había nacido había sido ocupada por fuerzas policiales; y además, el 2016 registró un aumento de un 26,8% respecto al año anterior de muertes causadas por operaciones policiales (11 personas asesinadas cada día durante incursiones de las policías).
"Ser mujer negra es resistir y sobrevivir todo el tiempo", había señalado en una entrevista. Y por eso luchó toda su vida.
La muerte de la activista brasileña asesinadasucede además en el contexto en que el Gobierno ha tomado la decisión de entregar al Ejército el control del orden público en Río debido a una escalada de violencia. Ella había sido designada ponente de la comisión constituida en la cámara municipal de Rio para fiscalizar la actuación del Ejército. También había denunciado el accionar policial en la favela de Acari.
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La muerte de la activista brasileña asesinadano es un hecho aislado; sucede en toda la región. De hecho, de acuerdo a la ONG Global Witness, 197 personas fueron asesinadas en 2017 por enfrentar a gobiernos y empresas que dañaron el ambiente, siendo América Latina la primera en el ranking. Además, este asesinato ocurre el mismo mes que se conmemora la muerte de Berta Cáceres, feminista, activista e indígena lenca de Honduras, asesinada en 2016.
Distintas organizaciones, como Amnistía Internacional, comunicaron públicamente la necesidad de que se realice una investigación transparente de manera urgente: "Las autoridades brasileñas deben garantizar con prontitud una investigación exhaustiva e imparcial sobre este trágico homicidio", señalaron.
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